Ocho
píldoras de espiritualidad de santo Tomás de Aquino. Diez consejos para vivir
más intensamente la propia espiritualidad.
“Se ha
decidido emprender un recorrido de formación sobre la vida espiritual cristiana
a partir de la doctrina de Tomás de Aquino, por dos razones principales:
la
primera relativa al contenido en sí mismo, es decir, la vida espiritual en
orden a la contemplación y al conocimiento místico;
la
segunda está vinculada al mismo Tomás de Aquino en cuanto a uno de los más
grandes autores y estudiosos que la historia nos haya dado y al mismo tiempo un
gran santo por su vivencia heroica, aunque, por desgracia, a día de hoy a
menudo es relegado a los contextos de nicho”.
Las 8
lecciones de santo Tomás:
1. Unión
íntima
En relación a la vida espiritual, Tomás afirma que
es un camino que nos lleva a un conocimiento casi experimental de Dios. La
vivencia espiritual cristiana íntima, o mística, no está reservada a alguien en
especial, sino a todos y es el recorrido de unión íntima con Dios al que cada
uno está llamado a partir del Bautismo: la vida mística es, por lo tanto, la
vida íntima de Dios comunicada al hombre.
2. Dios nos
quiere como Él
Al emprender este camino surge el núcleo
fundamental del credo cristiano y católico en particular: no un Dios que
“simplemente” se revela, sino un Dios que se ha hecho hombre para hacernos como
Él, o como dice santo Tomás: “El Hijo de Dios, al querer que fuéramos
partícipes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que hecho hombre,
hiciera a los hombres dioses” (Officium
de festo corporis Christi).
3. Dar el
peso justo a las cosas
Tomás de Aquino, además, deja ver en su obra una
carga afectiva profunda de la relación Dios-Hombre, aunque con un lenguaje que
hoy consideramos algo frío y áspero. Su doctrina no fue sólo especulativa, sino
afectiva. Él, de hecho, nos amonesta para dar el justo peso a las cosas, para
poner en orden, una vez por todas, sobre lo que realmente cuenta para la vida
presente y para la futura, es decir, estar con el Señor, no dando importancia
al resto.
4. La
caridad
Tomás enseña que la vida espiritual mística es lo
que nos conduce, a través de la caridad, a ser elevados hasta la visión del
mismo Dios. Este es el corazón de la reflexión de santo Tomás: el amor, la
caridad es fin y medio. Fin en cuanto Dios-amor es hacia lo que todos tendemos;
medio en cuanto el amor es lo que nos permite elevarnos y a través del amor,
Dios nos eleva hasta volvernos dignos del encuentro con Él. Y esto es el fruto
de la contemplación.
5. La
aspiración de cada hombre
Esta contemplación, aunque imperfecta, en esta vida
da, podríamos decir, como bien accesorio la delectatio (alegría,
placer) nos impulsa aún más a la contemplación, explica Tomás. El hombre
entonces se demuestra ser capaz de Dios, y esta es la mayor promesa del
cristianismo, la cumbre más alta a alcanzar, la aspiración que todos nosotros, seamos
conscientes o no, sepamos expresarlo o no, llevamos en el corazón.
6. La
felicidad
Tomás nos enseña que el hombre al buscar la
felicidad en realidad busca a Dios que es la felicidad última a la que cada uno
aspira; de hecho, el hombre puede encontrarla sólo en Dios: la felicidad del
hombre, nos dice Tomás, consiste en la satisfacción del deseo natural de ver a
Dios: sólo cuando esto ocurra, el intelecto se aquietará.
7.
Recorrido hacia atrás
La distancia existente entre el Ser de Dios y el ser
del hombre no podrá colmarse sólo con las fuerzas humanas. Por eso, según el
esquema de santo Tomás, es necesario efectuar un camino “hacia atrás” de
reunión con Dios, sabiendo bien que Dios es el buen Padre misericordioso
siempre listo a sostenernos y ayudarnos con su Gracia.
8. La
belleza del amor
En su doctrina, Tomás no trasmite sólo contenidos,
sino más bien se revela un hábil pedagogo: nos toma de la mano y nos conduce al
descubrimiento de la plenitud de la dignidad de ser hombres y al descubrimiento
de la belleza de ser criaturas amadas por Dios. No nos enseña, explícitamente,
a contemplar, sino que nos revela la importancia de la contemplación. No nos
explica concretamente cómo ser felices, sino que nos dice en qué consiste la
verdadera felicidad. En ningún caso se impone a nadie pidiendo que abdique a su
deseo de búsqueda y de conocimiento de la verdad, sino que incita a todos a
recorrer este camino de descubrimiento de sí mismos y de Dios.
Por Gelsomino del
Guercio/Aleteia Team
No hay comentarios:
Publicar un comentario