viernes, 9 de diciembre de 2016

PROTÉGEME COMO A LA NIÑA DE TUS OJOS (Salmo 17)


Escucha, Señor, mi justa demanda,
atiende a mi clamor;
presta oído a mi plegaria,
porque en mis labios no hay falsedad.
Tú me harás justicia,
porque tus ojos ven lo que es recto:
si examinas mi corazón
y me visitas por las noches,
si me pruebas al fuego,
no encontrarás malicia en mí.
Mi boca no se excedió
ante los malos tratos de los hombres;
yo obedecí fielmente a tu palabra,
y mis pies se mantuvieron firmes
en los caminos señalados:
¡mis pasos nunca se apartaron de tus huellas!
Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes:
inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu gracia,
tú que salvas de los agresores
a los que buscan refugio a tu derecha.
Protégeme como a la pupila de tus ojos;
escóndeme a la sombra de tus alas
de los malvados que me acosan,
del enemigo mortal que me rodea.
Se han encerrado en su obstinación,
hablan con arrogancia en los labios;
sus pasos ya me tienen cercado,
se preparan para derribarme por tierra,
como un león ávido de presa,
como un cachorro agazapado en su guarida.
Levántate, Señor, enfréntalo, doblégalo;
líbrame de los malvados con tu espada,
y con tu mano, Señor, sálvame de los hombres:
de los mortales que lo tienen todo en esta vida.
Llénales el vientre con tus riquezas;
que sus hijos también queden hartos
y dejen el resto para los más pequeños.
17:15 Pero yo, por tu justicia, contemplaré tu rostro,
y al despertar, me saciaré de tu presencia. 



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