lunes, 31 de julio de 2017

HOY TE DIGO SEÑOR JESÚS.....


¿ PARA QUE LA MISA ?

Un viernes de hace dos mil años, un hombre sin pecado ofreció su vida, su sangre y su muerte en un gesto de suprema obediencia dictada por el amor. Aquel hombre era el Hijo de Dios, y porque era perfectamente santo, el Padre le abrió los brazos y lo resucitó en la gloria. Mediante su sacrificio, la humanidad entera entró en la vida eterna de Dios. Es el sacrificio de Cristo que nos salva, pero Dios nos respeta tanto que no quiere salvarnos sin nosotros: es necesario que nosotros nos ofrezcamos junto a Jesús. Y para esto está la Misa, que es la permanencia de su sacrificio. La Misa es una presencia, una nueva presencia, un nuevo presentarse Cristo en su único acto redentor; es un hacer presente aquí y ahora el sacrificio del calvario que llega a ser una realidad de nuestro tiempo, de nuestra parroquia, de nuestra vida. Por esto es necesario ir con alegría y reconocimiento.
Es preciso ir con los propios pies, mientras se puede; con la propia boca y con el propio corazón para comer el fruto de la vida. "Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitaré en el último día" (Jn 6.54).

¿ Por qué debemos ir a Misa?

“¿Cómo vivimos nosotros la Eucaristía? ¿Cómo vivimos la Misa, cuando vamos a Misa los domingos? ¿Es sólo un momento de fiesta? ¿Es una tradición bien establecida, qué se hace? ¿Es una ocasión para encontrarnos o para sentirnos bien o es algo más? Hay señales muy específicas para averiguar cómo vivir esto. Cómo vivimos la Eucaristía. Señales que nos dicen si vivimos la Eucaristía bien, o no la vivimos tan bien”

El Papa Francisco dijo que, en cuanto a la Misa, es fundamental saber que allí tenemos la gracia “de ser perdonados y perdonar. A veces alguien pregunta: ‘¿Por qué hay que ir a la iglesia, si los que participan regularmente en la Misa son pecadores como los demás?’. ¡Cuántas veces hemos oído esto!”

“Porque somos pecadores y queremos recibir el perdón de Jesús, participar en su redención, en su perdón. ¡Ese ‘confieso’, que decimos al principio no es algo ‘formal’, es un verdadero acto de penitencia! ¡Yo soy pecador y confieso! Así da inicio la Misa”.
 “En realidad, quien celebra la Eucaristía no lo hace porque cree o quiere aparentar más que los demás, sino porque se reconoce siempre con la necesidad de ser aceptado y regenerado por la misericordia de Dios, hecha carne en Jesucristo. ¡Si cada uno de nosotros no se siente con la necesidad de la misericordia de Dios, no se siente un pecador, es mejor que no vaya a Misa!”

“No debemos olvidar nunca que la Última Cena de Jesús tuvo lugar ‘la noche en que fue traicionado’. En el pan y el vino que ofrecemos y en torno al cual nos reunimos se renueva cada vez el don del Cuerpo y la Sangre de Cristo para la remisión de nuestros pecados. Debemos ir a Misa humildemente, como pecadores y el Señor nos reconciliará”.

Debemos tener la capacidad de descubrir a los otros como hermanos a partir del amor a Jesús, para lograr compartir su Pasión y su Resurrección, especialmente con los más necesitados.
“Me pregunto, todos preguntémonos: yo, que voy a misa, ¿cómo vivo esto? ¿Me preocupo de ayudar, de acercarme, de rezar por ellos, que tienen este problema? ¿O soy un poco indiferente? O tal vez me preocupo de chismorrear: ‘¿viste cómo iba vestida aquella, como iba vestido aquél?’.... A veces se hace esto después de la Misa, ¿o no? ¡Se hace! ¡Y esto no se debe hacer! Debemos preocuparnos por nuestros hermanos y hermanas que tienen una necesidad, una enfermedad, un problema”.

Un “último y valioso indicador” sobre la vivencia de la Misa es la relación entre la Eucaristía y las comunidades cristianas: “debemos tener siempre presente que la Eucaristía no es algo que hacemos nosotros; no es una conmemoración nuestra de lo que Jesús dijo e hizo. No ¡Es propiamente una acción de Cristo! ¡Es Cristo quien los realiza, que está en el altar! Y Cristo es el Señor. Es un don de Cristo, que se hace presente y nos reúne en torno a Él, para alimentarnos con su Palabra y con su vida”.

“Esto significa que la misión y la misma identidad de la Iglesia fluyen a partir de ahí, de la Eucaristía, y allí siempre toman forma. Una celebración puede llegar a ser impecable en términos de apariencia, hermosísima, pero si no nos lleva al encuentro con Jesús, puede que no aporte ningún alimento a nuestro corazón y a nuestra vida. A través de la Eucaristía, en cambio, Cristo quiere entrar en nuestra existencia e impregnarla de su gracia, para que en cada comunidad cristiana haya coherencia entre liturgia y vida.

“Debemos entender que una cosa es rezar en casa, rezar el rosario, rezar tantas bellas oraciones, hacer el via crucis, leer la Biblia, y otra cosa es la celebración eucarística. En la celebración entramos en el misterio de Dios, en ese camino que nosotros no podemos controlar. Él solo es el único, él es la gloria, él es la potencia. Pidamos esta gracia: que el Señor nos enseñe a entrar en el misterio de Dios”.


domingo, 30 de julio de 2017

HOY TE DIGO SEÑOR JESÚS....


DIOS TE DA EL DIA DE HOY PARA SER MEJOR QUE AYER..

  La vida es una tarea que nos trajimos para hacer en casa.

Cuando uno mira... ya son las seis de la tarde; 
Cuando uno mira... ya es viernes;
Cuando uno mira... ya se termino el mes,  
Cuando uno mira... ya se terminó el año; 
Cuando uno mira... ¡ya se pasaron 50 o 60 años!
Cuando uno mira... ya no sabemos más por donde andan nuestros amigos.
Cuando uno mira... perdimos al amor de nuestra vida y ahora, es tarde ya para volver atrás.

No dejes de hacer algo que te gusta por falta de tiempo.
No dejes de tener alguien a tu lado, porque tus hijos pronto no serán tuyos, y tendrás que hacer algo con ése tiempo que resta,*_  en donde lo único que vamos a extrañar será el espacio que sólo se puede disfrutar con los amigos de siempre. Ese tiempo que, lamentablemente, no vuelve jamás..."
Es preciso eliminar "El DESPUÉS"....

Después te llamo. 
Después lo hago. 
Después lo digo.
Después yo cambio. 
Dejamos todo para Después,
como si el Después 
fuese lo mejor....

Por qué no entendemos que...
Después el café se enfría,
Después la prioridad cambia, 
Después el encanto se pierde, 
Después temprano se convierte en tarde, 
Después la añoranza pasa,
Después las cosas cambian,
Después los hijos crecen,
Después la gente envejece,
Después el día es noche,
Después la vida se acaba.

No dejes nada para Después, 
porque en la espera del Después, 
tú puedes perder los mejores momentos, 
las mejores experiencias, 
los mejores amigos, 
los mayores amores. 

Acuérdate que el Después puede ser tarde. 
El día es hoy.
YA NO ESTAMOS EN EDAD DE POSPONER NADA.

Ojala tengas tiempo para leer y reflexionar este mensaje.... o sino déjalo para Después
Siempre Juntos
Siempre Unidos
Siempre Hermanos
Siempre Amigos

QUIERO SERVIRTE CON TODA MI ALMA (Letra y Video)

Bendiciones para Todos,  Aqui la cancion de la semana....

jueves, 27 de julio de 2017

BENDECIRÉ CON PROVISIONES Y SACIARE DE PAN (Salmo 132)

Acuérdate, Señor, en favor de David,
de todos sus desvelos,
del juramento que prestó al Señor,
del voto que hizo al Fuerte de Jacob:
"No entraré bajo el techo de mi casa
ni me acostaré en mi propio lecho;
no daré descanso a mis ojos
ni reposo a mis párpados,
hasta que encuentre un lugar para el Señor,
una Morada para el Fuerte de Jacob". 


Sí, oímos hablar del Arca en Efratá,
y la encontramos en los campos de Jaar.
¡Entremos en su Morada,
postrémonos ante el estrado de sus pies!
¡Levántate, Señor,
entra en el lugar de tu Reposo,
tú y tu Arca poderosa!
Que tus sacerdotes se revistan de justicia
y tus fieles griten de alegría.
Por amor a David, tu servidor,
no rechaces a tu Ungido. 


El Señor hizo un juramento a David,
una firme promesa, de la que no se retractará:
"Yo pondré sobre tu trono
a uno de tus descendientes.
Si tus descendientes observan mi alianza
y los preceptos que yo les enseñaré,
también se sentarán sus hijos
en tu trono para siempre". 

Porque el Señor eligió a Sión,
y la deseó para que fuera su Morada.
"Este es mi Reposo para siempre;
aquí habitaré, porque lo he deseado.
Yo lo bendeciré con abundantes provisiones,
y saciaré de pan a sus pobres; 

revestiré a los sacerdotes con la salvación,
y sus fieles gritarán de alegría.
Allí haré germinar el poder de David:
yo preparé una lámpara para mi Ungido.
Cubriré de vergüenza a sus enemigos,
y su insignia real florecerá sobre él".

HOY TE DIGO SEÑOR JESÚS......


miércoles, 26 de julio de 2017

HOY TE DIGO SEÑOR JESÚS....


QUÉ HACER PARA EVITAR LA DISTRACCIÓN EN EL ROSARIO.....

Tu atención debe estar centrada en Dios. Por medio de su Palabra, Dios habla al hombre. Por medio de palabras, mentales o vocales, nuestra oración toma cuerpo. Pero lo más importante es la presencia del corazón ante Aquel a quien hablamos en la oración: «Que nuestra oración se oiga no depende de la cantidad de palabras, sino del fervor de nuestras almas».
Si tu corazón de alguna manera está enfocado o se siente atraído hacia Dios, estás caminando en la dirección correcta. Para ser más específico, en cuanto al Rosario te recomiendo leer la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae del Papa Juan Pablo II en la que entre otras cosas escribió:

«María propone continuamente a los creyentes los "misterios" de su Hijo, con el deseo que sean contemplados, para que puedan derramar todas su fuerza salvadora. Cuando recita el Rosario, la comunidad cristiana está en sintonía con el recuerdo y con la mirada de María».
Por eso, cuando rezamos el Rosario, lo rezamos con María y a través de los ojos de María, centrando nuestra atención, al igual que ella, en Jesús mismo
Nuestra primera tarea al rezar el Rosario es unirnos a María en cada escena (misterio) que se presenta. Al hacerlo, le pedimos su ayuda y sus oraciones mientras contemplamos a Cristo. Para traer esta realidad más cerca de nuestro corazón, podemos imaginarnos que estamos de pie al lado de María. Los dos miramos a Cristo en su agonía en el huerto. Le susurramos a nuestra Madre que ruegue por nosotros mientras consideramos lo que Cristo sufre. Le repetimos nuestra petición mientras los dos continuamos penetrando más profundamente el misterio.
Principios para mantener la paz

Sin importar dónde nos encontremos después de nuestro esfuerzo inicial por centrar nuestra oración en Cristo, hay varios principios que pueden ayudarnos a mantener la paz cuando nos distraemos:

·  Las distracciones son normales: Nuestro trabajo consiste en rechazar la distracción de manera apacible, ejercitando nuestra voluntad, y regresar nuestra atención a Dios. Si pasamos todo nuestro tiempo de oración volviéndonos hacia Él, la hemos hecho bien.
·  Cristo es la clave: Cada vez que nuestros corazones se sientan atraídos hacia Cristo, debemos procurar dejarnos atraer. Algunas veces, debemos seguir esta atracción hasta la contemplación silenciosa en la que dejamos de lado la oración vocal o discursiva para simplemente contemplarlo a Él. Si no estamos obligados por algún compromiso religioso a rezar oraciones de alguna forma específica, tenemos la libertad de dejar estas oraciones formales, una vez que ellas nos han llevado a la verdadera razón y al más alto objetivo de nuestro esfuerzo en la oración: adorarlo a Él.

Al final, lo importante es que tu alma descanse en Él y en la obra que Él realiza en ti. Sí, debes esforzarte en aumentar tu devoción y atención a Él en la oración. Sin embargo, cuando nuestros corazones fervientes se topan con la frustración, es buena señal que el enfoque en nuestra oración está mal encaminado.

                

martes, 25 de julio de 2017

HOY TE DIGO SEÑOR JESÚS....


DESCUBRE EL TESORO DE LA FELICIDAD.....

Cuenta la leyenda que un hombre oyó decir que la felicidad era un tesoro. A partir de aquel instante comenzó a buscarla. Primero se aventuró por el placer y por todo lo sensual, luego por el poder y la riqueza, después por la fama y la gloria, y así fue recorriendo el mundo del orgullo, del saber, de los viajes, del trabajo, del ocio y de todo cuanto estaba al alcance de su mano.
En un recodo del camino vio un letrero que decía : "Le quedan dos meses de vida"
Aquel hombre, cansado y desgastado por los sinsabores de la vida se dijo: " Estos dos meses los dedicaré a compartir todo lo que tengo de experiencia, de saber y de vida con las personas que me rodean".
Y aquel buscador infatigable de la felicidad, sólo al final de sus días, encontró que en su interior, en lo que podía compartir, en el tiempo que le dedicaba a los demás, en la renuncia que hacía de sí mismo por servir, estaba el tesoro que tanto había deseado.

Comprendió que para ser feliz se necesita amar; aceptar la vida como viene; disfrutar de lo pequeño y de lo grande; conocerse a sí mismo y aceptarse así como se es; sentirse querido y valorado, pero también querer y valorar; tener razones para vivir y esperar y también razones para morir y descansar. Entendió que la felicidad brota en el corazón, con el rocío del cariño, la ternura y la comprensión. Que son instantes y momentos de plenitud y bienestar; que está unida y ligada a la forma de ver a la gente y de relacionarse con ella; que siempre está de salida y que para tenerla hay que gozar de paz interior. Finalmente descubrió que cada edad tiene su propia medida de felicidad y que sólo Dios es la fuente suprema de la alegría, por ser ÉL: amor, bondad, reconciliación, perdón y donación total. Y en su mente recordó aquella sentencia que dice: 
"Cuánto gozamos con lo poco que tenemos y cuanto sufrimos por lo mucho que anhelamos".

lunes, 24 de julio de 2017

HOY TE DIGO SEÑOR JESÚS......


SEÑOR ESCUCHA MI ORACIÓN......(Salmo 142)

Señor, escucha mi oración, 
atiende a mi plegaria; 
respóndeme, por tu fidelidad y tu justicia. 
No llames a juicio a tu servidor, 
porque ningún ser viviente es justo en tu presencia. 
El enemigo me persiguió a muerte, 
aplastó mi vida contra el suelo; 
me introdujo en las tinieblas, 
como a los muertos de hace muchos años. 
El aliento se extingue en mi interior, 
mi corazón desfallece en mi pecho. 
Me acuerdo de los tiempos pasados, 
medito todas tus acciones; 
considero la obra de tus manos 
y extiendo mis brazos hacia ti: 
suspiro por ti como tierra reseca. 
Respóndeme en seguida, Señor, 
porque estoy sin aliento. 
No me ocultes tu rostro, 
para que yo no sea como los que bajan a la fosa. 
Que yo experimente tu amor por la mañana, 
porque confío en ti; 
indícame el camino que debo seguir, 
porque a ti elevo mi alma. 
Líbrame, Señor, de mis enemigos, 
porque me refugio en ti; 
enséñame a hacer tu voluntad, 
porque tú eres mi Dios. 
Que tu espíritu bondadoso me conduzca 
por una tierra llana. 
Por amor de tu Nombre, Señor, 
consérvame la vida. 
Por tu justicia, sácame del peligro; 
por tu fidelidad, destruye a mi enemigo; 
aniquila a mis opresores, 
porque yo soy tu servidor.



miércoles, 19 de julio de 2017

HOY TE DIGO SEÑOR JESÚS........


VISITA AL SEÑOR EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO....

¿Quién no necesita de un amigo con quien caminar a lo largo de la vida? ¿Quién no necesita de una persona que nos escuche y acoja con el mayor aprecio? ¿Quién no necesita de alguien con quien compartir la alegría fraterna de la amistad, y siempre dispuesta para ayudarnos en los momentos difíciles? El mejor de estos amigos es Jesús, nuestro Reconciliador, a quien podemos recibir en el Sacramento de la Eucaristía, y a quien también podemos visitar, acompañándolo ante el Sagrario, en el silencio de una capilla o de una iglesia.
El Señor Jesús nos llama «amigos». Está siempre con nosotros y, como sabemos, eso se manifiesta de modo visible en la Eucaristía,«sacramento del Sacrificio del Banquete y de la Presencia permanente de Jesucristo Salvador». Siendo un sacramento admirable, a veces se nos olvida que podemos recurrir a él con frecuencia. No tenemos que esperar cada Domingo para encontrarnos con Cristo presente en la Eucaristía. Podemos salir al encuentro del Señor. Ahí Jesús nos espera siempre, anhelante de que le abramos el corazón en la intimidad de la oración.
Si bien es verdad que podemos conversar con el Señor Jesús en todo momento y en cualquier lugar, su presencia en la Hostia consagrada es privilegiada y particularmente eficaz para poder «palpar el amor infinito de su corazón». Allí está presente por excelencia, en el modo como Él quiso permanecer entre nosotros. Eso hace una gran diferencia. El Señor está realmente presente en la Eucaristía, invitándonos a acompañarlo, ofreciéndonos su firme apoyo en nuestro peregrinar. La Iglesia y el mundo-nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica– «tienen gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración».
¿Qué le decimos al Señor Jesús Sacramentado?
¡Todo aquello que anida en nuestro corazón! La adoración eucarística es un momento de intimidad, de confianza y de amistad con Dios. En esos ratos de oración ante el Santísimo, ante Jesús Sacramentado, recordamos que su presencia es fruto del amor que nos tiene. Es un momento oportuno para renovar nuestro propósito de ser santos y de responder generosamente al amor de Dios. En la adoración a Cristo Jesús también podemos pedir perdón por nuestras faltas y pecados, reconociendo así, con humildad, que sólo Él tiene el poder para perdonarnos, renovando nuestra confianza en su misericordia.
Podemos rezar por los demás, por nuestros familiares, los amigos, por los necesitados, los sufrientes, los enfermos. También por la iglesia, el Santo Padre y sus desvalidos, por los que necesitan de la fe y se creen abandonados de Dios. En fin, en cada uno de nosotros anidan diversas intenciones y necesidades que podemos presentar con fe y confianza al Señor Jesús. De hecho, la adoración Eucarística tiene una profunda relación con la evangelización. Por un lado, rezar por los demás ya es una privilegiada forma de apostolado; y por otro, la experiencia de encuentro con el Seños nos renueva en el ardor para anunciarlo como quien se ha encontrado personalmente con Él.
Es verdad que «a menudo, en nuestra oración -como señalaba el Papa Benedicto XVI-, nos encontramos ante el silencio de Dios (…) Pero este silencia de Dios, como le sucedió también a Jesús, no indica su ausencia. El cristiano sabe bien que el Señor está presente y escucha». Esta situación, que quizás hemos experimentado en más de una ocasión, nos invita a confiar y tener paciencia, y puede ser un tiempo de maduración para nuestra fe, recordándonos que «el Dios silencioso es también un Dios que habla, que se revela».
¿Cómo visitar al Señor presente en el Santísimo Sacramento?
Para empezar necesitamos silencio interior y recogimiento para visitar al Señor Sacramentado. «El silencio -indicaba Benedicto XVI- es capaz de abrir un espacio interior en lo más íntimo de nosotros mismos, para hacer que allí habite Dios, para que su Palabra permanezca en nosotros, para que el amor a Él arraigue en nuestra mente y en nuestro corazón y anime nuestra vida». Cuando nos encontramos en precencia de Jesús Sacramentado lo primero es hacer un acto de fe y tomar consciencia de que Dios está ahí realmente presente.
Muchas veces visitaremos el Santísimo Sacramento de modo espontáneo. No siempre hallamos una capilla cerca de donde vivimos o trabajamos, pero a veces tenemos la oportunidad de hacerlo y la aprovechamos. ¿A quién no le gusta recibir la visita sorpresa de un amigo cercano? El Señor se alegrará también cuando lo visitemos así. Sin embargo, si podemos hacer de la visita al Santísimo un hábito que tendrá muchos frutos en nuestra vida espiritual. Quizás podamos visitarlo unos minutos al día, o dos o tres veces por semana. Podemos hacerlo solos, en la compañía de alguien, o también en familia. Invitar a alguien a visitar al Señor presente en el Santísimo Sacramento es una excelente oportunidad para hacer apostolado y dar ocasión para que otras personas que quizás estén un poco alejadas del Señor vuelvan a encontrarse con Él en la intimidad de la oración.
Si bien podemos rezar con las palabras que espontáneamente vengan a nuestro corazón, cuando vamos a visitar al Señor Jesús por un tiempo más prolongado ayuda muchísimo preparar nuestra visita. Podemos, por ejemplo, dedicar unos minutos a un momento de diálogo personal con el Señor, otros minutos a la meditación de un texto eucarístico o a rezar con los salmos, y otro momento a pedir por nuestras necesidades y las de los demás. Las posibilidades son muy variadas, y esta costumbre ayudará a que nos mantengamos concentrados y enfocados.
Hablando precisamente de textos sobre los cuales podemos meditar, existen diversas citas en la Sagrada Escritura sobre las cuales podemos rezar y que nos ayudarán en nuestra meditación. Lo pasajes sobre la institución de la Eucaristía en la Última Cena, por ejemplo, así como aquellos en los cuales el Señor habla del «Pan de Vida», entre tantas otras, nos ayudarán a tomar especial conciencia de la presencia real del Señor. Mediar delante del Señor «nos da la posibilidad de llegar al manantial mismo de la gracia», nos ayudará a un encuentro más íntimo con Él, y a descubrir con mayor ardor el inmenso bien que significa su presencia en la Eucaristía. Hay, por otro lado, muchos devocionarios eucarísticos que podemos utilizar en nuestra visitas. En ellos encontraremos también otros textos valiosos, oraciones de santos, así como cantos adecuados para la oración eucarística que con seguridad enriquecerán nuestra oración.
«Yo estoy con ustedes todos los días»
Cuando nos acercamos a Jesús Sacramentado tengamos siempre presente su promesa: «Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo». Es una invitación a confiar con Él, con alegría, sabiendo que está ahí siempre, paciente, gozoso, dispuesto a ayudarnos, a escucharnos. De la misma manera, recordemos que el Señor nos ha querido dejar una Madre que nos acompaña y nos ayuda a acercarnos cada vez más a su Hijo. Que Ella, como lo decía el Beato Papa Juan Pablo II, «que fue la verdadera Arca de la Nueva Alianza, Sagrario vivo del Dios Encarnado, nos enseñe a tratar con pureza, humildad y devoción ferviente a Jesucristo, su Hijo, presente en el Tabernáculo».
Preguntas para el diálogo
  1. ¿Qué tan importante es en mi vida espiritual la adoración Eucarística?
  2. ¿Qué obstáculos veo en mi vida para crecer en mi devoción a Jesús sacramentado?
  3. ¿Qué medios puedo poner para que mis visitas al Santísimo sean una experiencia cada vez más profunda de encuentro con el Señor Jesús?
  • La institución de la Eucaristía: Mt 26,26-29; Mc 14,22-25; Lc 22,15-20.
  • El Señor Jesús es el Pan de Vida: Jn 6,51 59.
  • Nuestra actitud frente a la Eucaristía: 1Cor 11,27 29.
  • El Señor nos invita a la comunión con Él: Ap 3,20; Jn 14,23.

Fuente Camino hacia Dios

martes, 18 de julio de 2017

HOY TE DIGO SEÑOR JESÚS.....


GRACIAS DIOS POR LO QUE TENGO......

Aunque me tapo los oídos con la almohada
y grito de rabia cuando suena el despertador...
Gracias a Dios que puedo oír.
Hay muchos que son sordos.

Aunque cierro los ojos cuando,
al despertar, el sol se mete en mi habitación...
Gracias a Dios que puedo ver.
Hay muchos ciegos.

 Aunque me pesa levantarme y salir de la cama...
Gracias a Dios que tengo fuerzas para hacerlo.
Hay muchos postrados que no pueden.

Aunque me enojo cuando no encuentro mis cosas en su lugar 
porque los niños hicieron un desorden...
Gracias a Dios que tengo familia.
Hay muchos solitarios.

Aunque la comida no estuvo buena y el desayuno fue peor...
Gracias a Dios que tengo alimentos.
Hay muchos con hambre.

Aunque mi trabajo en ocasiones sea monótono rutinario...
Gracias a Dios que tengo ocupación.
Hay muchos desempleados.

Aunque no estoy conforme con la vida,
peleo conmigo mismo y tengo muchos motivos para quejarme...
Gracias a Dios por la vida.

Aunque el dinero no me alcance para zapatos nuevos...
Gracias padre celestial, pues tengo pies...
Hay quienes no los tienen.

Cuando veo mis manos maltratadas,
por el trabajo, y mi bajo salario…
Gracias Señor, pues tengo manos...
Algunos no tienen manos.

Cuando me quejo del pago de servicios
y veo que no me alcanza... 
Gracias padre de los cielos,
hay muchos que carecen de todo.

Gracias padre celestial por el aire que respiro...
Porque sigo respirando...
cuando muchos han dejado de hacerlo hoy.


Son tantas las cosas que tengo que agradecerte...
Por cada día que me permites despertar a la vida...
Gracias Dios mío.


lunes, 17 de julio de 2017

HOY TE DIGO SEÑOR JESÚS.....


EN TI ESTA LA FUENTE DE LA VIDA, POR TU LUZ VEMOS LA LUZ (Salmo 36))

Tu misericordia, Señor, llega hasta el cielo, 
tu fidelidad hasta las nubes. 

Tu justicia es como las altas montañas, 
tus juicios, como un océano inmenso. 
Tú socorres a los hombres y a las bestias: 
¡qué inapreciable es tu misericordia, Señor! 
Por eso los hombres se refugian 
a la sombra de tus alas. 
Se sacian con la abundancia de tu casa, 
les das de beber del torrente de tus delicias. 
En ti está la fuente de la vida, 
y por tu luz vemos la luz. 
Extiende tu gracia sobre los que te reconocen, 
y tu justicia sobre los rectos de corazón. 
¡Que el pie del orgulloso no me alcance 
ni me derribe la mano del malvado! 
Miren cómo cayeron los malhechores: 
fueron derribados, y ya no podrán levantarse.


domingo, 16 de julio de 2017

HOY TE DIGO SEÑOR JESÚS....


PERDONAR HASTA SETENTA VECES SIETE ......

Para perdonar hace falta amor, mucha humildad, oración y disponibilidad. Sólo el amor sin límites y sin condiciones es capaz de perdonar

En las Palabras del Evangelio de San Mateo, tenemos claramente cuál el mejor ejercicio de perdón que podemos realizar en nuestra vida y hasta cuántas veces podemos hacerlo. Jesús, ante la pregunta de Pedro de cuántas veces debemos perdonar a los que nos ofenden, le responde con unas palabras ricas en misericordia y perdón, que van más allá de todo entendimiento o lógica humana: "Perdonar setenta veces siete" (Vea Mateo 18,21-35).

Reflexiones:
1.- ¿Te cuesta perdonar? ¿Cuántas veces tienes que perdonar?
Esa era la pregunta que Pedro le hizo a Jesús al ver cómo Jesús insistía tanto en el perdón. ¿Hasta siete veces?, preguntó Pedro casi tímidamente ofreciendo un número generoso a Jesús. El siete es un número santo para el pueblo judío que simboliza perfección, totalidad, abundancia, descanso, y completamiento”.
Y cuál será la sorpresa de Pedro frente a la respuesta de Jesús, muchísimo más generoso y amplio, y que destroza la cuidadosa construcción de Pedro. “No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete”. Jesús no nos está dando una lección de matemáticas, sino una lección de amor y de corazón grande.
Es como si el perdón fuera el oxígeno que respiramos en nuestra atmósfera diaria. Debe haber suficiente oxígeno para irrigar nuestros pulmones, e igual cantidad de perdón para vitalizar y tonificar nuestra vida. Pedro siente que Jesús quiere que sus discípulos sean generosos al perdonar. Y Jesús se lo explicó además con una parábola.
2.- ¿Cómo es esa parábola?
Es la historia de dos deudores. El primero le debía al rey 10.000 talentos, algo así como 10.000 salarios anuales de un obrero, o sea una barbaridad de deuda. No tiene con qué pagar, y debe ir a la cárcel o ser vendido como esclavo con toda su familia. El funcionario le suplica: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”.El esclavo trata de ganar tiempo. ¿Quién sabe? El rey podría cambiar de opinión, podría morir, o podría ocurrirle algo inesperado.
Movido a misericordia, el señor de aquel siervo le perdonó la deuda. Por supuesto, el rey es Dios Padre, que nos perdona todo. Hasta ahora Jesús nos dice lo que debemos hacer imitando al Padre: perdonar. Pero ahora Jesús nos dice lo que debemos hacer con el hermano necesitado de perdón, amor y misericordia. Para ello la parábola continúa: El mismo deudor perdonado, al salir de la oficina del rey, se encuentra con un compañero de trabajo, que le debía a él solamente cien denarios, es decir, cien salarios de un día.
El primero le urge a este compañero que le pague todo. Y éste, de rodillas, le repetía la misma frase que el primero le decía al rey: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”. Pero el primer siervo lo metió en la cárcel para que pagara todo. El deudor a quien se le había perdonado 10.000 salarios anuales no fue capaz de perdonar 100 salarios diarios.
El punto central es el dramático contraste entre la deuda grande y la pequeña, y entre la compasión del rey y la falta de compasión del primer esclavo. El rey, aunque es un hombre que enfrenta grandes asuntos, fue capaz de identificarse con la situación desesperada del primer esclavo y estuvo dispuesto a hacer concesiones para remediarlo. Ese esclavo, irónicamente, solamente fue capaz de ver la pequeña deuda que se le debía y no estuvo dispuesto a hacer ninguna concesión. Hace con su compañero todo lo contrario de cuanto el amor misericordioso de Dios ha hecho con él. Cuando Dios es compasivo y bondadoso con nosotros, nosotros somos mezquinos con nuestros hermanos.
Frente a esta desproporción los consiervos le cuentan al Rey lo sucedido. El rey confronta al siervo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?” Por eso en el Padre Nuestro Jesús hace que digamos: “Perdónanos como nosotros perdonamos”. El rey revocó su perdón al primer siervo. Esto significa que Dios nos perdona, si nosotros perdonamos.
3.- ¿Cuál es el mensaje central?
La palabra “perdonar” sale cuatro veces. Éste es el evangelio del perdón. Perdonar siempre y sin límites. Perdonar todo y para siempre. El asunto central no es la justicia, sino la reconciliación. Un esclavo tiene una deuda tan enorme que solamente un acto majestuoso de perdón podría borrar. Jesús nos enseña que el bienestar del hermano es el nuestro, y que en la medida que recibimos, debemos dar. 
El corazón es la sede de los sentimientos y las emociones. Nada desgasta y agota más que un sentimiento de odio y de deseo de venganza en nuestro corazón. Lo que tengo que perdonar es poco comparado con lo que a mí Jesús me perdona cada día.
4.- ¿Es fácil perdonar?
El perdón es difícil, tanto recibirlo como darlo. A veces perdonamos, pero no olvidamos. Pero para los seguidores de Jesús el perdonar es una realidad vital, es el corazón del evangelio, es un estilo de vida. Recibir y dar perdón es central en nuestra fe. Jesús vivió, murió y resucitó para ofrecernos el perdón de Dios. Todo lo que hizo Jesús fue reconciliar el mundo y los hombres con Dios.
Primero, nosotros recibimos el perdón de Dios; y solamente podemos pasar a los demás aquello que hemos recibido. Habiendo experimentado el perdón a manos de Dios y del pueblo de Dios, entonces somos llamados para hacer posible que otros también lo experimenten. Así el círculo del amor de Cristo se extiende cada vez más para abarcar a otra oveja perdida, y a otra y a otra.  
5.- ¿Qué se requiere para perdonar?
Para perdonar hace falta amor, mucha humildad, oración y disponibilidad. El evangelio de Jesús es el evangelio del amor y sólo el amor sin límites y sin condiciones puede perdonar.