miércoles, 5 de julio de 2017

SOLO QUIEN SIRVE “PUEDE SER GRANDE”

Es importante tener en cuenta lo que dice el Señor: “«Quien quiera ser el primero, importante, que sea el último de todos y el servidor de todos». Quien quiera ser grande, que sirva a los demás, no que se sirva de los demás”.
 “esta es la gran paradoja de Jesús. Los discípulos discutían quién ocuparía el lugar más importante, quién sería seleccionado como el privilegiado. Eran los discípulos, los más cercanos a Jesús y discutían sobre eso. Quién estaría exceptuado de la ley común, de la norma general, para destacarse en un afán de superioridad sobre los demás. Quién escalaría más pronto para ocupar los cargos que darían ciertas ventajas. Jesús les trastoca su lógica diciéndoles sencillamente que la vida auténtica se vive en el compromiso concreto con el prójimo. Es decir, sirviendo”.
El Papa Francisco dice que servir significa “cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo. Son los rostros sufrientes, desprotegidos y angustiados a los que Jesús propone mirar e invita concretamente a amar. Amor que se plasma en acciones y decisiones. Amor que se manifiesta en las distintas tareas que como ciudadanos estamos invitados a desarrollar”.
“Son personas de carne y hueso, con su vida, su historia y especialmente con su fragilidad, son las que estamos invitados por Jesús a defender, a cuidar y a servir. Porque ser cristiano entraña servir, luchar y vivir, por la dignidad de sus hermanos. 
Por eso, el cristiano es invitado siempre a dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta de los más frágiles”.
No servirse “de los demás”
Existe un tipo de servicio que no es el de Jesús: “hay un «servicio» que sirve; pero debemos cuidarnos del otro servicio, de la tentación del «servicio» que «se» sirve de los otros. Hay una forma de ejercer el servicio que tiene como interés el beneficiar a los «míos», en nombre de lo «nuestro». Ese servicio siempre deja a los «tuyos» por fuera, generando una dinámica de exclusión”.
Debemos “cuidarnos de la mirada enjuiciadora y animarnos a creer en la mirada transformadora a la que nos invita Jesús. Este hacernos cargo por amor no apunta a una actitud de servilismo, por el contrario, pone en el centro la cuestión al hermano: el servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente a su prójimo y hasta en algunos casos la «padece» y busca su promoción como ser humano. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a las personas”.

Debemos tener muy presente y no olvidar “la Buena Nueva de hoy: la importancia de un pueblo, de una nación; la importancia de una persona siempre se basa en cómo sirve la fragilidad de sus hermanos. En eso encontramos uno de los frutos de una verdadera humanidad. Porque queridos hermanos y hermanos: «Quien no vive para servir, no sirve para vivir»”.

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