Hijo mío, ayer por la mañana te vi triste y
pensé que querías hablar conmigo. Al llegar la tarde, te di una hermosa puesta
de sol y esperé, pero nada…
Te vi dormir en la noche y te envié rayos de luna
para besar tu frente y esperé hasta la mañana; pero tú, con tu prisa, tampoco
me hablaste.
Entonces, tus lagrimas se mezclaron con las mías que caían con la
lluvia del día. Hoy sigues triste y quisiera consolarte con mis rayos de sol,
con mi cielo azul, con mis hermosas flores.
Quisiera gritarte que te amo, que
no tengas miedo de acercarte a Mí para pedirme ayuda, que me dejes entrar en tu
corazón y que me entregues todo el peso de tus problemas y todo lo que te hace
sufrir.
¿No escuchas mi voz en el fondo de tu alma? Ya sé que estás muy ocupado, puedo seguir esperándote, porque te amo. Pero no olvides que te espero, porque quiero verte contento y feliz".
¿No escuchas mi voz en el fondo de tu alma? Ya sé que estás muy ocupado, puedo seguir esperándote, porque te amo. Pero no olvides que te espero, porque quiero verte contento y feliz".
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