jueves, 15 de diciembre de 2016

EL CRECIMIENTO EN MEDIO DE LAS DIFICULTADES



Es de esperarse que estemos felices y agradecidos cuando el viento sopla a nuestro favor, pero ¿qué pasa cuando nos enfrentamos a dificultades? A veces la desesperación nos arropa, nos sentimos desolados y perdemos fácilmente la esperanza.
Hay momentos en que nuestro crecimiento espiritual puede verse estancado, detrás de un sentimiento de falsa seguridad, monotonía y desconexión con nosotros mismos. A veces, en esos momentos viene la vida a recordarnos que estamos aquí para crecer y aprender, para entender que este mundo es pasajero y que el objetivo de la misma es vivir a plenitud y prepararnos para lo que viene. Y dependiendo de nuestras creencias, nuestra idea de lo que viene después de este mundo puede variar, pero para estos fines la lección es la misma: las dificultades nos permiten crecer y en la medida que lo entendamos podremos enfrentarlas con mayor fortaleza y sacar el mayor provecho de estas.
Toda dificultad trae consigo una oportunidad de crecimiento que debemos aceptar con humildad y valentía, de nada sirve quejarse, amargarse, perder las esperanzas. Y si tenemos las suficiente fe para recibir las dificultades con agradecimiento, podremos entender que en realidad todo o casi todo si pasa por una razón. Puede que en un principio no entendamos cual es el propósito de una situación, pero la vida termina por enseñárnoslo.
Pilar Sordo en su libro “Bienvenido dolor” dice que “no conozco a nadie que haya aprendido cosas significativas o que haya cambiado sus prioridades en la vida estando plenamente feliz, entendiendo la felicidad como un símil de la alegría y no como una decisión….. Todos los aprendizajes se producen solo a través de procesos dolorosos y en las lecciones que rescatemos de ellos parece estar el secreto de nuestra evolución espiritual y afectiva”. También afirma que "cuando el dolor llega y tenemos la curiosidad de querer descubrir “para qué llegó” y no “por qué llegó” es cuando comienza una aventura de transformación a la cual estamos todos invitados”.
Cada cual recibe el dolor de una forma distinta, hay quienes lo entierran, buscan atajos o simplemente no aprenden nada de él. Leí en algún lugar que las frustraciones ignoradas son las peores, ya que nunca te liberas de ellas y pueden terminar consumiéndote. Es así que aún dentro de las dificultades podemos sentirnos amados y de ese amor sacar las fuerzas para sonreír, en la certeza de que vendrán tiempos mejores.
Como dice Jorge Bucay “hemos sido educados por nuestros amorosos padres para convencernos de que sufrir es algo dañoso, que sufrir nos puede destruir, que el dolor puede aniquilarnos. Pero el dolor es tan saludable en nuestras vidas como la tristeza. El dolor es tan constructivo como puede ser cualquier alerta de que algo se ha desacomodado”. Pero ojo, Bucay también señala que “es importante no transformar el dolor en sufrimiento. EL DOLOR ES EL PASO POR UN LUGAR NO DESEADO; EL SUFRIMIENTO ES ARMAR UNA CARPA Y QUEDARSE A VIVIR EN ESE LUGAR INDESEABLE”.
Tal pareciera que ante el dolor la mejor opción es abrazarlo, aceptarlo, ver su propósito y abandonarnos a la certeza de que todo obra para bien. Como dice la Carta a los Romanos 8:28 “También sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman, a quienes él ha escogido y llamado” y 8:31 “¿Qué más podemos decir? Si Dios está con nosotros ¿quién estaría contra nosotros?”
¿Y tú qué prefieres? ¿Ignorar el dolor, aprender de él o quedarte a vivir en él y transformarlo en sufrimiento? .


No hay comentarios:

Publicar un comentario