jueves, 10 de noviembre de 2016

DIOS SANA TODAS TUS HERIDAS


Dios sana tus heridas, no sólo algunas de ellas, no solo las más fáciles de sanar, no sana aquellas que tú piensas que Él puede sanar, son todas tus heridas.  

Mientras más vivimos más acumulamos tesoros, pero tal vez no sean tesoros buenos todos ellos, pueden haber allí amarguras, resentimientos, botones que se encienden y se apagan de acuerdo a con quien esté o a cómo me sienta.
Dios "sana a los que tienen roto el corazón, y les venda las heridas". Salmo 147:3

Tal vez alguien te rompió el corazón, lo dejó lleno de sentimientos de tristeza, dolor, desesperación, desesperanza y hasta odio. Quizás alguien te hirió sin querer pero igual lo hizo, o lo hizo con toda la intención, no importa cuál haya sido la razón, Dios te ofrece sanar tus heridas.  

1. El primer paso es querer tener un corazón sano, una vida restaurada.  
Parece obvio que todos quisieran estar sanos y saludables emocionalmente pero la realidad es que hay personas que no quieren dejar de sentirse mal, no soportan que los que hicieron daño estén tan tranquilos.  La Biblia dice que de Dios es la venganza y no nuestra.  También nos dice que si perdonamos Él también nos perdonará las ofensas.  

2. Ora, pídele a Dios por tu sanidad.
Dile: Dios, me siento mal por esto que me hizo _______. Quiero que tú me sanes, he sido herido y es doloroso, Tú eres mi sanador divino, confío en tí.  Dame libertad de esta opresión y sanidad completa.  No quiero ser más una víctima sino seguir adelante con la fuerza que tú me das. Amén.

3. Llena tu mente de pensamientos positivos, de promesas cristianas, de fé, esperanza y nuevas metas.  

4. Abre tu corazón para amar a los demás, para ayudar a otros y dejar de estar volviendo al pasado para recordar el dolor. Concéntrate en lo que tienes por delante.

5. Busca un consejero Espiritual, un grupo de apoyo que te ayude en el proceso de sanidad.

6. Aún cuando no la envíes a nadie, escribe una carta expresando tu perdón hacia el que te hizo daño, diciéndole cómo te sentiste pero dejando libre al opresor.

7. Vive en la libertad que Dios da. Ayuda a otras personas a sanar sus heridas así como Dios sanó las tuyas guiándoles en la búsqueda de Dios.


El Espíritu Santo puede entrar en nuestro interior y es capaz de sanar esas heridas. Mostrémosle lo que nos duele, digámosle lo que sentimos, e imaginemos que se derrama como bálsamo que cura y cicatriza, que pasa como caricia suave que cierra las heridas con cuidado y con ternura.

Él te lo está diciendo:
"Yo, yo soy el que te consuela" (lsaías 51, 2).
"Las colinas se moverán, pero mi amor no se apartará de tu lado" (lsaías 54,10).
"Yo mismo apacentaré mis ovejas... Curaré a la herida y reconfortaré a la enferma" (Ezequiel 34,15.16).
 





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