PROPÓSITO DEL AYUNO
Si quieres llenar de energía tu vida espiritual, si quieres derrotar un pecado que te ha mantenido esclavizado, toma la santa arma del ayuno
El ayuno da
a luz a los profetas y fortalece a los poderosos; ayunar hace que los
legisladores sean sabios. El ayuno es una buena salvaguarda para el alma, una
firme compañía para el cuerpo, un arma para el valiente, un gimnasio para los
atletas.
El ayuno repele las tentaciones, unge a la piedad; es la camarada de la observación y el artífice de la castidad
En las guerras combate valientemente y en la paz nos enseña la
quietud. San Basilio El Grande.
¿Estas
luchando con algún pecado? Me refiera que parece que hay un pecado del cual parece
que no puedes liberarte; un pecado que te tiene en constante estado de culpa y
desesperación. Has orado, has frecuentado los sacramentos, pero parece que no
puedes librarte de esas cadenas.
Todos hemos
pasado por eso en alguno y otro momento, y esas luchas son parte integral de la
vida espiritual. Pero no tiene por qué ser de esa manera.
Hoy quiero
presentarte una muy poderosa, pero muy descuidada
arma en el arsenal espiritual: El Ayuno.
Si quieres
llenar de energía tu vida espiritual, si quieres derrotar un pecado que te ha
mantenido esclavizado, si quieres crecer en tu unión con Dios, toma la santa
arma del ayuno. Porque como lo dijo Jesús, hay algunos demonios que “no pueden
ser expulsados sino es con ayuno y oración”.
Examinemos
esta poderosa arma y su uso en la vida espiritual.
¿Cuál es el punto?
Desde los
primeros tiempos, la Iglesia nos ha enseñado la necesidad del ascetismo en la
vida de cada cristiano. Así es- ascetismo no es solo para monjes y sacerdotes,
pero para laicos también. ¿Pero a que nos referimos con ascetismo? Para
cualquier propósito, ascetismo puede ser vagamente definido como el
negarse a sí mismo con el fin en mente del autocontrol. Y este negarse
a sí mismo a menudo toma la forma de, lo adivinaste, ayuno.
El
ascetismo es necesario para todos debido a nuestras pasiones, los deseos
intensos de la carne, los cuales a veces son llamados concupiscencia. La
experiencia nos enseña que muchas veces somos llevados por estos
deseos en formas en las que apenas logramos controlar. San Pablo nos
dice que:
“Porque el
deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se
oponen el uno al otro, de manera que ustedes no pueden hacer lo que
deseen.” (Gal 5,17)
Esta guerra
es tan intensa que nuestras pasiones muchas veces nos llevan hacer cosas que no
queremos, y nos encontramos diciendo:
“Y ni
siquiera entiendo lo que hago, porque no hago lo que quiero sino lo que
aborrezco” (Romanos
7,15)
Debemos
tener en mente que la pasión de la carne no es necesariamente mala, pero que
debido nuestra naturaleza caída, ellos están fuera de control y
nos quieren dominar. Eso sin considerar nuestras pasiones, que llevan
nuestras almas a un comportamiento destructivo como la glotonería, el odio, los
desórdenes sexuales, o adicciones de todo tipo. Eventualmente su dominio nos
llevará al infierno.
Las
pecaminosas pasiones son un campo que se incrementa hacia la muerte nos explica
San Pablo:
“Porque mientras
estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas despertadas por la Ley,
actuaban en los miembros de nuestro cuerpo a fin de llevar fruto para
muerte”. (Romanos
7,5)
Al
enfrentarse a la realidad de las pasiones, puede resultar muy fácil sentirse desmotivado
y pensar que nunca podremos sobrellevarlas. Nuestros ruegos dicen:
“¡Miserable
de mí! ¿Quién me librara de la muerte?” (Romanos 7,24)
Afortunadamente
ese no es el final de la historia, no somos sencillamente abandonados como
esclavos incapaces de la concupiscencia.
“Por tanto,
ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan
conforme a la carne sino conforme al Espíritu”. (Romanos 8,1)
A través de
la gracia de Dios y el caminar en la nueva vida comprada para nosotros por
Jesucristo, podemos sobreponernos y vencer a nuestras pasiones. Podemos vivir
como hijos de Dios, libres de la ley del pecado que nos lleva a la muerte.
Así que,
hablando prácticamente ¿cómo encuentro libertad? Nuevamente San Pablo nos
explica:
“Así que,
hermanos, somos deudores, no a la carne, para vivir conforme a la carne. Porque
si ustedes viven conforme a la carne, habrán de morir; pero si por el Espíritu
hacen morir las obras de la carne (del cuerpo), vivirán.” (Romanos 8,12-13)
“Pues los
que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y
deseos.” (Gálatas
5,24)
“¿No saben
que los que corren en el estadio, todos en verdad corren, pero sólo uno
obtiene el premio? Corran de tal modo que ganen". (1 Corintios 9,24)
En otras
palabras, encontraremos libertad de nuestras pasiones a través de mortificarnos
haciendo que estas mueran, a través de la práctica de la gracia –empoderada de
ascetismo, específicamente, el ayuno. El ayunar nos ayuda a domar
ese potro salvaje y someterlo con una brida de auto control.
En su
constitución apostólica de la penitencia, Painitemini, el papa Pablo VI nos
explica claramente:
"El
ejercicio de la mortificación corporal-dejando de lejos cualquier forma de
estoicismo- no implica la condenación de la carne, que los hijos de Dios
debemos asumir. Por el contrario la mortificación apunta a la “liberación” del
hombre, que a menudo se encuentra asimismo, debido a la concupiscencia, casi
encadenado por sus propios sentidos. A través del “ayuno corporal” el hombre
renueva sus fuerzas y “heridas infringidas en la dignidad de nuestra naturaleza
por la interposición es curada por la medicina de esta sanadora
abstinencia".
veamos cómo
podemos incluir nuestro ayuno en nuestra vida diaria...... Continuara....
espera el proximo Blog. (COMO DEBEMOS AYUNAR)
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