martes, 25 de abril de 2017

¡QUÉ BUENO ES DIOS!. (Salmo 73)


¡Qué bueno es Dios para Israel, 
para los limpios de corazón! 
Pero casi se desvían mis pasos, 
faltó poco para que diera un traspié, 
porque tuve envidia de los presuntuosos, 
al ver la prosperidad de los malvados. 
Para ellos no hay sufrimientos, 
su cuerpo está sano y robusto; 
no comparten las penas de los hombres 
ni son golpeados como los demás. 
Por eso, el orgullo es su collar 
y la violencia, el manto que los cubre; 
la malicia se les sale por los poros, 
su corazón rebosa de malos propósitos. 
Se burlan y hablan con maldad; 
desde lo alto, amenazan con prepotencia; 
su boca se insolenta contra el cielo 
y su lengua se pasea por la tierra. 
Por eso, el pueblo de Dios se vuelve hacia ellos, 
y beben el agua a raudales. 
Ellos dicen: "¿Acaso Dios lo va a saber? 
¿Se va a enterar el Altísimo?"
Así son esos malvados 
y, siempre tranquilos, acrecientan sus riquezas. 

Entonces, ¿en vano mantuve puro mi corazón 
y lavé mis manos en señal de inocencia? 
Porque yo era golpeado todo el día 
y cada mañana soportaba mi castigo. 
Si hubiera dicho: "Voy a hablar como ellos", 
habría traicionado al linaje de tus hijos. 
Yo reflexionaba, tratando de entenderlo, 
pero me resultaba demasiado difícil. 
¡Hasta que entré en el Santuario de Dios 
y comprendí el fin que les espera! 
Sí, tú los pones en un terreno resbaladizo 
y los precipitas en la ruina. 
¡Qué pronto quedan devastados 
y acaban consumidos por el horror! 
Son como un sueño al despertar, Señor:
al levantarte, disipas hasta su imagen. 
Cuando se agriaba mi corazón 
y me torturaba en mi interior, 
yo era un necio y no comprendía, 
era como un animal ante ti. 


Pero yo estoy siempre contigo, 
tú me has tomado de la mano derecha; 
me guiarás con tu consejo 
y después, me recibirás con gloria. 
¿A quién sino a ti tengo yo en el cielo? 
Si estoy contigo, no deseo nada en la tierra. 
Aunque mi corazón y mi carne se consuman, 
Dios es mi herencia para siempre 
y la Roca de mi corazón. 
Los que se apartan de ti terminan mal, 
tú destruyes a los que te son infieles. 
Mi dicha es estar cerca de Dios: 
yo he puesto mi refugio en ti, Señor, 
para proclamar todas tus acciones.


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