Nuestro pan diario no es un símbolo ni un simple sustento
terrenal; es auténtico alimento espiritual, la verdadera carne y sangre de
nuestro Salvador, el Dios hecho hombre.
Jesús sabía que iba a
ascender a los cielos, pero dejó a sus seguidores algo para que les nutriera, no una comida terrenal, sino sus propios Cuerpo y Sangre.
Alguien
vela por nosotros, Alguien cuida de
nosotros.
Tenemos
un Padre celestial que conoce todas nuestras necesidades y que no escatima en
esfuerzos para darnos lo que requerimos.
La
Eucaristía es un alimento que trasciende la ceremonia y encuentra su poder y su
esencia en la obra de la mismísima Trinidad.
Aquí
están algunos de los asombrosos efectos de la Eucaristía:
1) Unión con Cristo: Al
recibir a Jesús en la Eucaristía fusionamos nuestro ser con el de Cristo. San
Cirilo de Alejandría lo describía a algo parecido a “cuando la cera derretida
se fusiona con otra cera”. El viaje cristiano es el viaje para ser como Cristo,
para “permanecer en Él” y Él en nosotros. La Eucaristía es el medio para que
esto suceda.
2) Destrucción del pecado venial: La
Eucaristía destruye el pecado venial. ¡Lo destruye! A través del pecado, el
fervor de nuestra caridad puede disminuir por nuestro pecado venial. Pero
cuando recibimos la Eucaristía, nos unimos con la misma Caridad, que quema los
vestigios de nuestros pecados veniales y nos purifica para poder empezar de
nuevo.
3) Protección contra el pecado
mortal: Aunque deberíamos abstenernos de recibir la
Eucaristía cuando sabemos que estamos en estado de pecado portal, deberíamos
recibir la Eucaristía tanto como nos fuera posible porque nos protege de
los pecados graves. Es como si el poder de la Eucaristía limpiara el pecado
venial de nuestras almas y luego lo cubriera con una capa protectora que nos
ayuda a permanecer a salvo de pecados graves.
4) Relación personal con
Jesús: Muchos cristianos hablan de la importancia de
mantener una relación personal con Jesús, lo cual es muy acertado. Pero, ante
todo, es a través de la Eucaristía como realmente podemos establecer un
encuentro íntimo con la Persona de Jesús. Benedicto XVI destacó una vez esta
conexión:
“Hoy
se necesita redescubrir que Jesucristo no es una simple convicción privada o
una doctrina abstracta, sino una persona real cuya entrada en la historia es capaz
de renovar la vida de todos. Por eso la Eucaristía, como fuente y culmen de la
vida y de la misión de la Iglesia, se tiene que traducir en espiritualidad, en
vida ‘según el Espíritu’” (Sacramentum Caritatis).
5) Da vida: Según
el Catecismo, la Eucaristía “conserva, acrecienta y renueva la vida de gracia
recibida en el Bautismo” (CIC 1392). En otras palabras, recibir la Eucaristía
incrementa la vida de la gracia ya presente dentro de nosotros. ¡Suena mejor
incluso que irse de circuito de spa!
6) Unidad con el Cuerpo de
Cristo: Puesto que estamos más íntimamente unidos con Cristo
a través de la Eucaristía, ¡también estamos más unidos con todas las personas
que reciben la Eucaristía! Dicho de otra forma, la Eucaristía es como el
pegamento que nos mantiene unidos a Jesús y a todos los hermanos y hermanas en
la Iglesia.
7) Nos compromete con los pobres: Las palabras de san Juan Crisóstomo avergüenzan a los que
abandonan la mesa eucarística sin preocupación por los pobres:
“Has
gustado la sangre del Señor y no reconoces a tu hermano. […] Deshonras esta
mesa, no juzgando digno de compartir tu alimento con el que ha sido juzgado
digno […] de participar en esta mesa. Dios te ha liberado de todos los pecados
y te ha invitado a ella. Y tú, aun así, no te has hecho más misericordioso”.
8) Consuelo espiritual: La
Sagrada Comunión es un anticipo de la dicha del paraíso, así que produce dicha
en nosotros en esta experiencia real de unidad con Dios. Si nos sentimos
abatidos por las dificultades de la vida, podemos ir a la Eucaristía, nuestra
fuente de alegría, y pedir al Señor que nos colme de consuelo y paz.
9) Pacificador: En el
Sínodo sobre la Eucaristía en 2005, los obispos discutieron cómo la recepción
de la Eucaristía en áreas devastadas por la guerra transformaba a las gentes de
Dios y les daba el ímpetu para buscar la paz:
“Gracias
a las celebraciones eucarísticas, pueblos en conflicto se han podido reunir
alrededor de la Palabra de Dios, escuchar su anuncio profético de
reconciliación a través del perdón gratuito, recibir la gracia de la conversión
que permite la comunión en el mismo pan y en el mismo cáliz” (Propositio 49).
10) Ofrece un punto focal en
nuestras vidas: Si entendiéramos de verdad la profunda naturaleza de
la Eucaristía, empezaríamos por centrar nuestras vidas en torno a la Sagrada
Comunión. No hay nada más importante en nuestras vidas. Ni partidos de fútbol,
reuniones de amigos ni picnics. No hay nada más importante en nuestro
calendario semanal que recibir la medicina del médico de almas, Jesús.
¡Todos
estos asombrosos efectos y muchos más están a tu disposición el domingo! O
mejor aún, intenta ir a misa diariamente.
Pero
recuerda que tu disposición a la hora del recibimiento de la
Eucaristía puede determinar tu nivel de apertura a sus poderosos efectos. Así
que sé respetuoso, concéntrate y ruega a Dios que te ofrezca, a través del
poder de la Eucaristía, todas las gracias que necesites en este momento de tu
vida.
Como
buen Padre que es, te escuchará.
Fuente THERESA NOBLE
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