Anteriormente vimos el propósito del ayuno, veamos cómo podemos incluir nuestro ayuno en nuestra vida diaria.
1.- Comienza con lo
básico
El primer paso para
ayunar es obedecer la ley de la Iglesia: ayunar los
Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, abstenerse de carne los Viernes y
observar el ayuno de la Eucaristía (no comer o beber una hora antes de la comunión).
A pesar de que
abstenerse de la carne los viernes, es verdad de técnicamente esto no es
requerido en algunos países, pero algún tipo de penitencia basada en la
abstinencia de algún tipo de comida es requerida. Pero en lugar de tratar de
inventar algún tipo nuevo de penitencia, ¿porque no continuar con lo que los
Católicos han hecho ya por muchos años? Hay una buena razón para
abstenerse de carne los viernes.
Pero hombre, ayunar
dos días al año y abstenerse de comer carnes los Viernes de Cuaresma es algo
realmente fácil. En los “viejos tiempos”, el ayuno era requerido todos los días
de la Cuaresma. Incluso hubo un tiempo en el que el ayuno requería
la abstinencia de todos los productos lácteos.
Existían un sin número
de otros ayunos y días de abstinencia a lo largo del año litúrgico también. Yo
diría que la tenemos realmente más fácil que en cualquier otro periodo de la
historia de la Iglesia Católica. Así que comencemos con lo básico y obedezcamos
la ley de la Iglesia sin estarnos quejando y llorando por ello.
2.- Agrega algo mas
Como hombres
católicos, nunca deberíamos conformarnos con quedarnos con el mínimo.
Deberíamos buscar constantemente el alcanzar una conversión más profunda. San
Francisco de Sales nos da un buen consejo al respecto:
"Si eres capaz
de ayunar, harías bien en observar algunos días más allá de los que nos ordena
la Iglesia, porque además del efecto que produce el ayuno de
elevar nuestra mente, someter a la carne, confirmar nuestras bondad y obtener
las recompensas del cielo, se trata también de controlar la avaricia,
y de mantener los apetitos sensuales y todo el cuerpo sujeto a la ley del
Espíritu; y a pesar de que lo que podamos hacer sea poco, el enemigo aun así se
detiene asombrado de aquellos que él sabe que pueden ayunar".
De acuerdo a esto, una
vez que has comenzado a seguir la ley de la Iglesia, construye en eso la base
que incluye ayunar en otras formas. Aquí hay algunas ideas:
·
Evita una comida extra a la semana, como un desayuno o
un almuerzo. En adición a los viernes, los miércoles son días tradicionales de
ayuno, así que es un buen día para comenzar.
·
Niégate a ti mismo el postre en días establecidos. De todas maneras,
muchos de nosotros ya comemos demasiada azúcar.
·
Evita la sal en tu comida.
·
Ayuna de sodas. ¡Son muy malas para ti!
·
Evita la cerveza y otras bebidas alcohólicas cuando
salgas a comer.
·
No comas entre comidas. Esto suena fácil, pero inténtalo.
Encontraras que es un tanto difícil ya que la mayoría de nosotros picamos algo
frecuentemente sin darnos ni si quiera cuenta.
·
Incluye otras cosas además de comida. Por ejemplo,
ayuna de tecnología un día a la semana.
·
Ayuna (una comida fuerte y dos livianas) un día a la
semana.
·
Bebe solo agua.
Ahora, no tienes que
ayunar de todas estas cosas todo el tiempo. Lo mejor es seleccionar días
establecidos para ayunar, como los miércoles o los viernes que ya mencionábamos
antes. Hacer esto nos ayuda a mantener nuestro ayuno de manera consistente.
3.- Ayuna del pecado
Ayunar corporalmente
no sirve de nada a menos que este acompañado de ayuno espiritual del
pecado. San Basilio nos da la siguiente exhortación
en lo que se refiere al ayuno:
“Debemos ayunar de
manera aceptable y agradable al Señor. El verdadero ayuno es alejarnos de la
maldad, la templanza de la lengua, abstinencia del enojo, separación de los
deseos, las calumnias, las falsedades y las injurias. Privarnos de todo esto es
el verdadero ayuno.”
4.- La oración
El ayuno no se trata
únicamente de fuerza de voluntad. La gracia es absolutamente necesaria.
Mientras que el ayuno le da energía a la oración, la oración
energiza el ayuno. Ambas son débiles si no se acompañan de la otra.
Mientras ores por
controlar tus pasiones, ora constantemente por que la gracia de Dios fluya en
tu alma, ruega por las virtudes en las que necesites madurar, y pide por la
fuerza para librar la batalle espiritual.
5.- Cuídate del pecado
Con cualquier tipo de
auto-disciplina, penitencia, o ayuna viene la tentación del orgullo. Nos
enfrentamos con el peligro de creer que somos superiores que otros porque
ayunamos, o pensar que el ayuno es la meta como tal. Porque el ayuno
nunca es el fin, no nos hace perfectos o más espirituales que otras personas.
En lugar de eso, el ayuno es una ayuda, una herramienta de
entrenamiento de nuestro crecimiento hacia la perfección, que se basa
en una pura, donación de amor para Dios y nuestro prójimo.
“Mantente en guardia
cuando comiences a mortificar tu cuerpo con la abstinencia y el ayuno, te hace
imaginarte perfecto y santo; y la perfección no consiste en esta virtud. Es
solo una ayuda; una disposición; un medio a través del cual nos vamos
preparando, para el logro de la verdadera perfección" (San Jerónimo)
Conclusión
Si descuidamos el
ayuno, nuestra vida espiritual continuará siendo mediocre siempre. Estaremos
débiles en el combate de nuestras pasiones, sucumbiremos fácilmente a la
tentación y nunca podremos verdaderamente sobrellevar nuestro inherente egoísmo
y auto indulgencia.
Como hombres, nuestro deseo debe ser fortalecernos y ser lo
mejor que podamos ser. Debemos tratar de entrenarnos para ser fuertes
en la batalla espiritual, para que podamos resistir las tentaciones del
maligno. No hay mejor forma de comenzar este entrenamiento espiritual que a
través de la práctica del ayuno.
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