A
veces te imagino delicado como una paloma, tibio como un soplo de pura
suavidad, sereno y discreto como una caricia.
Y eso es verdad. Pero
no quiero olvidar que eres también el Dios todopoderoso, junto con el
Padre y el Hijo, lleno de poder ilimitado, capaz de crearlo todo y de
destruirlo todo en un instante.
Dios altísimo, omnipotente y glorioso.
Por eso invoco tu poder divino y te pido que te hagas presente en mí con
toda su potencia.
Ven
Espíritu divino, a destruir todo mal en mi ser, a aniquilar todo
sentimiento de odio o de venganza, todo egoísmo y toda vanidad absurda.
Ven
a reducir a cenizas mi orgullo que me lleva a sentirme diferente,
superior, elegido, especial. Ven para que reconozca mi tremenda pequeñez
y mi oscura debilidad, de manera que nunca más pretenda confiar en mi
grandeza, y más bien me arroje confiado a tu voluntad y a tu fuerza.
Ven,
todopoderoso, para que nunca más opte por la mentira, la apariencia o
la indiferencia. Ven para que de una vez por todas me decida a luchar y a
morir sólo por el bien, la verdad y la belleza.
Amén."
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