viernes, 20 de enero de 2017

LA IGLESIA ES UN HOSPITAL PARA PECADORES QUE BUSCAN SANACIÓN


Que los pecadores en la Iglesia no te perturben. Todos somos pecadores y parte de la Iglesia porque deseamos ser curados.

 Aunque el hecho de que todos somos pecadores puede ser atractivo, especialmente cuando alguien se siente indigno de ser Cristiano, el demonio toma la realiza y la retuerce según sus propios intereses.

Museo de Santos

Usualmente tenemos esta falsa noción de que la Iglesia es de algún modo un “museo de santos”. Es como si el ser miembro de la Iglesia nos diera automáticamente la gracia suficiente para ser “más santos que el Papa” y nos convirtiera en santos canonizados. Esto es, de hecho, parte de las tácticas del demonio. Él aprovecha esta falsa noción y la infla.
Lo que sucede es que cuando alguien que forma parte de la Iglesia es reconocido como pecador, esto puede crear un sentimiento de decepción. Todos queremos creer que hay buenas personas en el mundo y que esto es verdadero, especialmente cuando se trata de la Iglesia. Queremos ver santos, de carne y hueso, porque nos da esperanza de que en realidad existe el bien en el mundo.
Sin embargo, cuando alguien que conocemos cae, esto puede crear un sentimiento de desesperación por nuestro deseo de querer ver a todos en la Iglesia como santos.

Lo que el demonio ama

Ciertamente podemos ver esta tentación activa y viviendo en el mundo hoy en día. Solamente se necesita encender la televisión y mirar las noticias o una comedia donde se menciona algo acerca del “escándalo de los sacerdotes” que continuamente martiriza a la Iglesia.
Lo que el demonio ama es hacer ver a aquellos que están en la Iglesia como hipócritas que dicen una cosa y hacen otra. Esto crea una decepción general en los corazones de aquellos que querían que la Iglesia fuese un “museo de santos”. Muchos han dejado la Iglesia o se retiran continuamente basados en el hecho de que hay pecadores entre sus paredes.

Hospital para Pecadores

Sin embargo, hay una madera para combatir este “anticlímax”. En lugar de ver a la Iglesia como un “museo de santos”, es mucho más una realidad ver a la Iglesia como un “hospital para pecadores”.
La Iglesia es un refugio para nosotros donde podemos ir y ser sanados de nuestros pecados. En lugar de decepcionarnos cuando reconocemos que todos en la Iglesia somos pecadores, nos deberíamos regocijar en este hecho e invitar a más pecadores a entrar a la Iglesia. Vemos la Iglesia como un lugar de salvación que nos provee de un remedio sanador que está disponible para todo el que lo busca.
Esto lo vemos especialmente en la vida y las enseñanzas de Jesucristo. Mientras Él estuvo en la tierra, constantemente se juntó con pecadores públicos y recolectores de impuesto. Él quería atraerlos a Sus brazos y no alejarlos porque no eran “lo suficientemente santos”. Jesús dijo:
"No he venido para llamar a los buenos, sino para invitar a los pecadores a que se arrepientan". (Lc 5,32)
Jesús incluso utiliza la misma analogía en referencia a la Iglesia siendo un hospital. Él le dice a los fariseos: "No son las personas sanas las que necesitan médico, sino las enfermas". (Lc 5,31). Esto nos dice que sí, efectivamente todos somos pecadores y eso significa que estamos en el lugar correcto. Ser parte de la Iglesia no nos convierte automáticamente en santos, pero sí nos provee de una oportunidad para ser sanados de nuestras tantas heridas.

No estamos solos

Por esto, ver pecadores en la Iglesia, nos debería reconfortar. Nos ayuda a caer en cuenta de que no estamos solos. Sí, hay “Santos” en la Iglesia, pero ellos son canonizados porque tienen la humildad de reconocerse pecadores y necesitados de sanación. Santos son aquellos que fueron al médico a diario a pedir sanación. Ellos sabían que eran débiles y que necesitaban la gracia de Dios para curarse y darles la fuerza para resistir las tentaciones.
Que los pecadores en la Iglesia no te perturben. Todos somos pecadores y parte de la Iglesia porque deseamos ser curados por el único y verdadero médico que nos pueda llevar a la Vida Eterna.
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Adaptación y traducción al español por María Vanegas, para PildorasdeFe.net,



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