miércoles, 11 de enero de 2017

¡DIOS MÍO, TÚ ERES MI DIOS! (Salmo 63)


¡Dios mío, tú eres mi Dios! Con ansias te busco, 
pues tengo sed de ti; mi ser entero te desea, 
cual tierra árida, sedienta, sin agua. 

¡Quiero verte en tu santuario, y contemplar tu poder y tu gloria,
pues tu amor vale más que la vida! 
Con mis labios te alabaré;
toda mi vida te bendeciré, 
y a ti levantaré mis manos en oración. 

Quedaré muy satisfecho, 
como el que disfruta de un banquete delicioso, 
y mis labios te alabarán con alegría.
Por las noches, ya acostado, te recuerdo y pienso en ti;
pues tú eres quien me ayuda. 
¡Soy feliz bajo tus alas!
Mi vida entera está unida a ti; 
tu mano derecha no me suelta.
Los que tratan de matarme caerán al fondo del sepulcro;
¡morirán a filo de espada y serán devorados por los lobos!
Pero el rey se alegrará en Dios; 
cantarán alabanzas todos los que juran por él, 
pero a los que mienten se les tapará la boca. 

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