lunes, 31 de octubre de 2016

LA VERDADERA RIQUEZA (Reflexiones)


Si hubiera un banco que te acreditara en tu cuenta 86.400 monedas cada mañana, que no transfiriera el saldo disponible de un día al siguiente, que no te permitiera conservar efectivo y, al final del día, cancelara la parte de esa cantidad que no hubieras usado...  ¿Qué harías?

Por supuesto, sacar cada día hasta el último céntimo y aprovechar todo el dinero.

Pues bien, tal banco existe y se llama TIEMPO.

Cada día te acredita 86.400 segundos y cada noche da por perdidos cuantos hayas dejado de emplear provechosamente.

Nunca trasfiere saldos, ni permite que los acumules.

Cuando no usas lo disponible ese día, el único que pierde eres tú.

No existe recuperación de fondos y tampoco es posible girar cheques sobre el mañana.

¡De cada persona depende invertir este precioso caudal de horas, minutos y segundos para obtener los máximos dividendos en cuanto a salud, felicidad y éxito!

San Francisco de Asis decía: "Yo necesito pocas cosas y las pocas que necesito, las necesito poco".

¡Aprovecha bien tu valioso tiempo!

viernes, 28 de octubre de 2016

DIOS NO QUIERE QUE TE SIENTAS INSEGURO


SI ERES UNA DE ESOS MILES DE MILLONES DE PERSONAS QUE LUCHAN CONTRA LA INSEGURIDAD, ENTONCES ¡ESTO ES PARA TI!


Todos nos hemos sentido inseguros en ocasiones. En el fondo, hay aún días en los que me siento como ese joven regordete, inseguro, con la cara llena de espinillas que esperaba que nadie lo molestara cuando lo escogían al último para formar los equipos de básquetbol.
Algunas personas viven atrapados por la inseguridad toda su vida, e incluso les inhibe de avanzar en sus carreras, relaciones o en la vida en general. Si eres una de esos miles de millones de personas que luchan contra la inseguridad hasta cierto punto, por favor continúa leyendo estas tres simples verdades…

1.- No te preocupes acerca de las opiniones que los demás tengan de ti.

La opinión de Dios es la única que cuenta y ¡Él te ama incondicionalmente! Cuando batallamos contra la inseguridad, podemos ser tentados a medir el valor de nosotros mismos en términos de cuántos “likes” tienen nuestras fotos en Instagram o una publicación de Facebook. Le cedemos el control de nuestro valor a las caprichosas opiniones de otros.
Debemos reclamar nuestra identidad y enraizarla en el amor de Dios por nosotros. Mientras más amemos a Dios, más capacidad tenemos de amarnos a nosotros mismos.
“Miren qué amor tan singular nos ha tenido el Padre que no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos” (1 Juan 3,1)

2.- No te atormentes por el pasado.

La gracia de Dios es más grande que el más grande de tus errores. Todos nos hemos equivocado, pero afortunadamente, no tenemos que vivir en vergüenza o en arrepentimiento. No puedes construir una máquina del tiempo y cambiar el pasado, pero puedes abrazar la gracia de Dios y comenzar a construir un nuevo futuro.
“Para mí ahora sólo vale lo que está adelante, y olvidando lo que dejé atrás, corro hacia la meta, con los ojos puestos en el premio de la vocación celestial, quiero decir, de la llamada de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3,13-14)

3.- No necesitas comparar tu vida con la de nadie más.

¡El plan de Dios para ti es una obra maestra única! Nos vemos tentados a revisar las publicaciones más recientes y más populares de las personas en las redes sociales y pensar que nuestras vidas no están a la altura. ¡Salgamos de la trampa de la comparación! Dios nos creó como una obra maestra única y eso es exactamente lo que eres. Confía en el plan de Dios para ti y continua creciendo para llegar a ser la mejor versión de ti posible y cambiarás el mundo en una manera única.
"Lo que somos es obra de Dios: hemos sido creados en Cristo Jesús con miras a las buenas obras que Dios dispuso de antemano para que nos ocupáramos en ellas". (Efesios 2,10)
-
autor: Dave Willis

 

jueves, 27 de octubre de 2016

¡QUÉ ALEGRÍA VAMOS A LA CASA DEL SEÑOR! ( Salmo 122)


¡Qué alegría cuando me dijeron:
"Vamos a la Casa del Señor"!
Nuestros pies ya están pisando
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén, que fuiste construida
como ciudad bien compacta y armoniosa.
Allí suben las tribus,
las tribus del Señor
—según es norma en Israel—
para celebrar el nombre del Señor.
Porque allí está el trono de la justicia,
el trono de la casa de David.
Auguren la paz a Jerusalén:
"¡Vivan seguros los que te aman!
¡Haya paz en tus muros
y seguridad en tus palacios!".
Por amor a mis hermanos y amigos,
diré: "La paz esté contigo".
Por amor a la Casa del Señor, nuestro Dios,
buscaré tu felicidad.


miércoles, 26 de octubre de 2016

¿SOY CULPABLE DE MÍ MISMO? (Reflexiones)


Necesito abrir los ojos ante mi situación actual y verla con realismo y con esperanza.

Cada decisión deja una huella: en mi vida, en la de los seres cercanos, en otros corazones que no conozco pero que de modos misteriosos, quedan bajo la influencia de mis actos.

Con el pasar del tiempo, las decisiones configuran un mosaico. Como enseñaba san Gregorio de Nisa, en cierto sentido somos padres de nosotros mismos a través de nuestros actos.

¿Qué imagen he trazado en mi alma? ¿Hacia dónde está dirigida mi mirada? ¿Qué busco, qué sueño, qué temo, qué lloro, qué me causa alegría? ¿Hacia dónde oriento el cincel cada vez que plasmo la estatua de mi vida?

Si los defectos dominan mi corazón, siento pena. Surge entonces la pregunta: ¿soy culpable de mí mismo? ¿Son mis decisiones las que me llevaron a esta situación de apatía, de tibieza, de orgullo, de envidia, de rencores, de pecado?

En ocasiones busco la culpa fuera de mí. Incluso tal vez tenga algo de razón: hay personas que me han herido profundamente, que un día llegaron a provocar esa angustia o ese odio que me carcome a todas horas. Pero en otras ocasiones tengo que reconocerlo: la culpa es completamente mía.

Necesito abrir los ojos ante mi situación actual y verla con realismo y con esperanza. Sobre todo, necesito aprender a leer mi vida desde un corazón que me conoce como nadie: el corazón de Dios.

A Él puedo preguntarle si soy culpable de mí mismo, si me he dañado tontamente, si he permitido que me ahoguen asuntos insustanciales, si me he encerrado en un pesimismo dañino.

Luego, desde el diagnóstico del Médico divino, podré abrirme a su gracia para curar mi voluntad, para orientar mis pensamientos a un mundo nuevo y bello, para dar pasos concretos que me permitan perdonar y pedir perdón.

Será posible, entonces, que esa libertad con la que tantas veces he hecho daño, a otros y a mí mismo, empiece a ser usada para construir una vida nueva, desde la luz del Espíritu Santo y con la meta que embellece todo: amar a Dios y a los hermanos.

Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net 



martes, 25 de octubre de 2016

HORROR AL PECADO


En este mundo pagano, de un nuevo paganismo más culpable, se hace muy difícil conservar la noción de pecado. De tanto pecar y ver pecar, puede sucedernos que nos acostumbremos al pecado, al mal. Y sin embargo por el pecado el Hijo de Dios tuvo que pasar por su tremenda Pasión y Muerte y un sufrimiento infinito como sólo un Dios lo podía soportar.

Los Santos también tenían la frase de: “¡Morir, antes que pecar!”. Pero nosotros, influenciados por la moda, por los medios de comunicación social y por el mismo ambiente malsano del mundo -que hoy más que nunca es “mundo”, uno de los tres enemigos del cristiano, junto con el demonio y la carne-, vivimos inmersos en esta costumbre de pecar y ver pecar como una cosa normal.

Sin embargo el pecado es la causa de todos los males de todo tipo. Es más, el pecado es en realidad el único mal.

Lo que sucede es que como nuestra alma no grita ni se retuerce cuando muere si cometemos un pecado grave o mortal, entonces nos parece que todo sigue igual como antes de pecar. Pero si viéramos con los ojos del cuerpo lo que es un alma en pecado mortal quedaríamos espantados horriblemente. Eso no lo vemos, como sí lo veían los santos, que tenían una gran sensibilidad para no ofender a Dios ni con la mínima falta.

Luchemos contra el pecado, que es nuestro verdadero enemigo. Evitemos el pecado grave, pero también el pecado leve, porque el pecado grave es el mal más grande, y el pecado leve le sigue en maldad.

Pensemos y meditemos que si una persona muere en pecado mortal, merecerá un infierno eterno de penas imposibles de imaginar para la mente y el sentido humano.

No pequemos nosotros ni hagamos pecar a nadie, y tampoco nos acostumbremos al mal, sino siempre tengamos un saludable rechazo hacia el pecado, guardando misericordia, eso sí, para el pecador.

Si tenemos buena voluntad, rezamos, recibimos los sacramentos, Dios nos ayudará para que al menos no cometamos faltas voluntarias, o nos arrepintamos de ellas al punto.

Nadie dice que sea fácil la verdadera vida cristiana, pues como bien ha dicho Job en la Sagrada Escritura: “Es milicia la vida del hombre sobre la tierra”. Y también el Apóstol nos dice que nuestra lucha no es contra seres de carne y sangre, sino contra los dominadores, contra las potestades espirituales que están en el aire.

lunes, 24 de octubre de 2016

EL SEÑOR AMA LOS QUE LE TEMEN Y ESPERAN SU MISERICORDIA (Salmo 147)


¡Qué bueno es cantar a nuestro Dios,
qué agradable y merecida es su alabanza!
El Señor reconstruye a Jerusalén
y congrega a los dispersos de Israel;
sana a los que están afligidos
y les venda las heridas.
Él cuenta el número de las estrellas
y llama a cada una por su nombre:
nuestro Señor es grande y poderoso,
su inteligencia no tiene medida.
El Señor eleva a los oprimidos
y humilla a los malvados hasta el polvo.


Respondan al Señor dándole gracias,
toquen la cítara para nuestro Dios.
El Señor cubre el cielo de nubes
y provee de lluvia a la tierra;
hace brotar la hierba en las montañas
y las plantas para provecho del hombre;
dispensa su alimento al ganado,
y a los pichones de cuervo que claman a él.
No le agrada el vigor de los caballos
ni valora los músculos del hombre:
el
Señor ama a los que lo temen
y a los que esperan en su misericordia. 





viernes, 21 de octubre de 2016

DAR SIN ESPERAR NADA A CAMBIO ( Reflexiones)

Un agricultor participaba todos los años en la principal feria de agricultura de su comarca, y lo más extraordinario es que ya llevaba varios años en que siempre ganaba en primer lugar y se llevaba el trofeo al “Maíz del año”.

Cada año llegaba con el maíz cosechado y salía vencedor portando una faja azul, recubriendo su pecho, que indicaba que su maíz era el mejor de todos. Y no solo eso, sino que iba superando a sus cosechas pasadas. Todos estaban asombrados.

Al final de la entrega de premios, los periodistas lo entrevistaron. Uno de ellos, perteneciente a la televisión, le hizo la pregunta que a todos les interesaba: ¿Cómo acostumbraba cultivar su valioso producto? ¿Cuál era su secreto?

Al agricultor no le importó revelarle su secreto: su método consistía en compartir buena parte de sus mejores semillas con sus vecinos, para que ellos también las sembraran. El periodista quedó sorprendido:

- “¿Cómo es posible que les comparta sus semillas cuando ellos están compitiendo directamente con usted?” Pero el agricultor le confirmó:

- “Bueno, es muy simple. Usted sabrá que el viento recoge el polen del maíz maduro y lo lleva de campo en campo, y eso ayuda a que sea mejor el producto. Si mis vecinos cultivaran un maíz de baja calidad, la polinización degradaría continuamente la calidad de mi maíz. Si yo quiero cultivar maíz bueno, tengo que ayudarles a cultivar el mejor maíz, y por ello les doy a ellos mis mejores semillas. A fin de cuentas es como todo: uno cosecha lo que siembra. 

Moraleja: Preocuparse de los demás es el mejor modo de preocuparnos de nosotros mismos, pues pensar en el prójimo es el mejor modo de pensar en nosotros mismos”. Si decidimos estar en paz, no solo hemos de estar en paz con nosotros mismos, sino hemos de hacer que los demás consigan estar en paz. Y si queremos vivir felices, hemos de procurar que los demás sean felices también. 

jueves, 20 de octubre de 2016

EL VALOR INFINITO DE LA EUCARISTÍA


Ver con los ojos de la fe, ya que sabemos muy bien que sobre el Altar está presente el Señor.




Se ha instalado en los últimos años una cierta controversia alrededor del modo de recibir al Señor Eucarístico. Se debate sobre si debe ser en la boca o en la mano, y de cierto modo también si debe ser de rodillas o de pie, o si corresponde realizar una reverencia ante el Señor.

No deseamos profundizar en las disposiciones de la Iglesia a éste respecto, ya que en buena medida se ha delegado en cada Obispado el establecimiento de las condiciones mínimas a utilizar en las Misas del lugar. Sin embargo, sí podemos decir que como regla general la Iglesia nunca obliga a recibir al Señor en la mano, sino que es algo que se permite bajo determinadas condiciones a cumplir, siendo la regla general la de recibirlo en la boca. Respecto de la comunión de rodillas, la cuestión formal es menos concreta, quedando el tema en gran medida en manos de los sacerdotes de cada jurisdicción.

De éste modo, queda un gran campo de acción librado al discernimiento de los fieles respecto de cómo recibir el Pan Sagrado: son ellos quienes deben tomar tan importante decisión. Y es en el sentido de ayudar a elegir el camino más acertado que queremos realizar algunas reflexiones al respecto, con humildad y cautela, ante lo delicado del tema.

Lo primero y fundamental es resaltar la esencia de lo que ocurre en la Misa: la Iglesia es el legado más maravilloso que nos dejó el Señor, ya que Ella es Su propio Cuerpo Místico. Jesús, Cabeza del Cuerpo Místico, nos ha unido a Ella a quienes formamos la Iglesia Militante (los que aún estamos en la tierra), junto a la Iglesia Purgante (las almas del Purgatorio) y la Iglesia Glorificada (las almas que entraron al Reino). O sea que la Iglesia es Cristo unido a todos nosotros, donde la Misa es la fiesta diaria en la que se celebra ésta unión, unión obtenida por la Sangre derramada, por Su Muerte y Resurrección consumadas diariamente por medio del Pan y el Vino. De éste modo, la Eucaristía es el centro de la Misa y de la Iglesia, por ende es el centro de éste mundo y también del Cielo. En cada Misa Jesús se hace realmente Presente en el Pan y el Vino, no es una representación o un recuerdo. El se manifiesta allí para Gloria de Dios Padre y Dios Espíritu Santo, para que lo Adoren la Virgen Santísima, los santos y los ángeles. Si pudiéramos ver como se produce en el plano sobrenatural cada celebración de la Eucaristía, ¡caeríamos de rodillas!. Ante el Cuerpo de Cristo se postran ángeles y santos, mientras María, al pie de la Cruz, contempla al Cordero de Dios. ¡En cada Misa, en cada lugar en que se celebra la Eucaristía!.

Ahora bien, si el mismo Dios se manifestara ante ti en éste momento, en Cuerpo y Alma, ¿qué harías?. Sin dudas que caerías de rodillas, postrado ante el Santo de los Santos. ¡Piedad, Hijo de David!, le gritaban a Su paso los leprosos. Los ángeles se postran, rodillas en tierra, ante Su sola mirada. Los coros celestiales cantan y alaban al Trono de Dios, sin cesar. No hay medida para el anonadamiento que invade al alma de la criatura cuando contempla a Su Creador, Puro Amor y Misericordia.

Nosotros, con nuestros limitados ojos humanos, no podemos ver el mundo sobrenatural que desciende en cada Celebración Eucarística,  Pero sí lo podemos ver con los ojos de la fe, ya que sabemos muy bien que sobre el Altar está Presente el Señor, realmente Presente.

Meditemos en silencio, y busquemos en nuestro corazón el camino al discernimiento respecto de la mejor forma en que debemos recibir al Señor.

Hagamos todo lo posible por dignificar tan importante acto de la vida cristiana, ya que la Eucaristía es el centro de nuestra vida. La Iglesia nos deja un campo de acción para buscar, en cada templo, hacer lo mejor al alcance de nuestras manos para asegurarnos de recibir al Señor del modo más digno posible. Y así, de a poco, iremos difundiendo en otros la importancia de la Eucaristía, con nuestro testimonio, con nuestro amor a Cristo.

Por: Oscar Schmidt 

 

miércoles, 19 de octubre de 2016

¿QUIÉN HABITARÁ EN TU MONTE SANTO? (Salmo 14)


Señor, ¿quién se hospedará en tu Carpa?,
¿quién habitará en tu santa Montaña?
El que procede rectamente
y practica la justicia;
el que dice la verdad de corazón
y no calumnia con su lengua.
El que no hace mal a su prójimo
ni agravia a su vecino,
el que no estima a quien Dios reprueba
y honra a los que temen al Señor.
El que no se retracta de lo que juró,
aunque salga perjudicado;
el que no presta su dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que procede así, nunca vacilará.

martes, 18 de octubre de 2016

REGALOS DE JESÚS (Reflexiones)


Te regalo a mi Santísima Madre, para que sea tu Madre. 

Te regalo mi alegría para que tengas una fuente inagotable de paz. 

Te regalo mis fuerzas para que te sostengas en tu cansancio cuando sirvas a los demás. 

Te regalo la quietud de la noche bendita de mi nacimiento para que llenes tu alma de paz. 

Te regalo mis ojos para que con ellos puedas dar una nueva mirada a este universo que puse a tu servicio. 

Te regalo mi caridad para que sientas el anhelo de trabajar por los desposeídos y de compartir tu pan con los hambrientos.

Te regalo mi amor para que lleno tu corazón de él, puedas prodigarte a los demás. 

Te regalo mi paz para que con tu buena voluntad des gloria a Dios.

Te regalo mi humildad para que desde tu condición de hombre, estés dispuesto a crecer y superarte. 

Te regalo la mula del establo para que calientes con tu fervor. 

Te regalo mi sencillez para que puedas llegar al Reino de los Cielos. 

Te regalo la serenidad para aceptar las cosas que no puedes cambiar y mi valentía para cambiar las que puedas. 

Te regalo mis ángeles para que te enseñen a ser mensajero de paz. 

Te regalo las caricias de mis manos para que te consuelen y alienten. 

Te regalo las lágrimas de mi madre como bálsamo de tus penas. 

Te regalo la miel que llevaron los pastores para que endulces la vida de los tuyos con cariño y generosidad. 

Te regalo mi humildad para engrandecerte. 

Te regalo mi estrella para que te muestre el camino que a mí conduce. 

Te regalo la música para que como ella alegra, tú también logres dar gozo a los demás. 

Te regalo mis lágrimas para que laves con ellas tus pecados. 
Te regalo la luz de mi mirada para que guíe tus pasos. 

Te regalo mi misericordia para que con ella juzgues a tus hermanos. 

Te regalo mi alegría para que con ella contagies al mundo. 

Te regalo mi ternura para que con ella sirvas a los pequeños y a los necesitados. 

Te regalo mis manos para que con ellas construyas mi Reino. 
Te regalo mi amistad para que en ella te apoyes. 

Te regalo mi paz para que la contagies a todos los que crucen en tu camino. 

Te regalo mi hombro que sostuvo la cruz del pecado de la humanidad para que te ayude a cargar tu cruz. 

Te regalo mi pesebre para que en él repose tu corazón. 

Te regalo mi amor para que sea la prenda de tu felicidad. 

Te regalo el sol para que así como él alumbra al mundo, alumbres tú la vida de tu familia y tus amigos. 

Te regalo mis pies para que te guíen por el camino de la verdad. 

Te regalo mi amor para que sea la prenda de tu felicidad. 

Te regalo mi boca para que con ella denuncies la injusticia. 

Te regalo mis llagas para que te conforten en tu dolor y crezca en ti la esperanza.

Te regalo el perdón para que como un bálsamo sane el rencor y cada ofensa que guardes en tu corazón y así, en paz contigo mismo, me ofrezcas lo mejor de ti.

Tenemos todos y los mejores regalos que nuestro padre nos pueda dar y a veces pedimos más porque creemos que no tenemos nada. 
¿Cuando comprenderemos el gran Amor de Dios por nosotros que nos dio a su único hijo para el perdón de nuestros pecados?.

lunes, 17 de octubre de 2016

CUIDA TU CORAZÓN. EL MALIGNO JAMÁS DEJA DE TENTARNOS.


Papa Francisco dice: Es necesario custodiar nuestro corazón donde habita el Espíritu Santo para que no entren los demás espíritus.

El Papa Francisco nos vive recordando siempre algo que es muy cierto y que todo cristiano debe practicar con frecuencia y, que a veces, por no organizarnos bien en el tiempo, le restamos la debida importancia: El examen de Conciencia, una práctica muy antigua que practicaban con frecuencia los primeros cristianos para estar vigilantes ante las tentaciones y que hoy por hoy, lo podemos comprobar al asistir a la Santa Misa que, más larga es la fila para hacer la comunión que los que se confiesan ese día.

1.- El diablo jamás se aleja

Partiendo del Evangelio, en que se nos dice que el diablo jamás deja de tentarnos, porque tiene paciencia, y no deja lo que quiere para sí, nuestra alma.
Después de las tentaciones, en el desierto, cuando Jesús fue tentado por el diablo, en la versión de Lucas se dice que el demonio lo dejó por un tiempo, pero durante la vida de Jesús volvía y volvía: cuando lo ponían a prueba, cuando le tendían trampas, en la Pasión, hasta en la Cruz. "Pero si Tú eres el Hijo de Dios, ven, ven con nosotros, así nosotros podemos creer". Y todos nosotros sabemos que esta palabra toca el corazón: "¿Pero tú eres capaz? ¡Házmelo ver! No, no eres capaz". Como el diablo hizo hasta el final con Jesús. Y así con nosotros.

2.- Ser vigilantes, custodios de nuestro corazón

"Es necesario custodiar nuestro corazón donde habita el Espíritu Santo para que no entren los demás espíritus."
Custodiar el corazón, como se custodia una casa, con llave. Y después, vigilar sobre el corazón, como un centinela: "Cuántas veces entran los malos pensamientos, las malas intenciones, los celos, las envidias. Tantas cosas, que entran. ¿Pero quién ha abierto aquella puerta? ¿Por dónde han entrado? Si yo no me doy cuenta de cuanto entra en mi corazón, mi corazón se convierte en una plaza, donde todos van y vienen. Un corazón sin intimidad, un corazón donde el Señor no puede hablar y ni siquiera ser escuchado.

3.- El examen de conciencia en cada anochecer

Y Jesús dice otra cosa allí, ¿no?, que parece un poco extraña: "Quien no recoge conmigo, desparrama." Usa la palabra "recoger". Tener un corazón recogido, un corazón sobre el cual nosotros sabemos qué cosa sucede, y aquí y allá se puede hacer la práctica tan antigua de la Iglesia, pero buena: el examen de conciencia. ¿Quién de nosotros, a la noche, antes de terminar la jornada, permanece solo, sola, y se hace la pregunta: qué cosa ha sucedido hoy en mi corazón? ¿Qué cosa ha sucedido? ¿Qué cosas han pasado a través de mi corazón? Si no lo hacemos, verdaderamente no sabemos vigilar bien ni custodiar bien”.
El examen de conciencia es una gracia, porque custodiar nuestro corazón es custodiar el Espíritu Santo, que está dentro de nosotros.
Nosotros sabemos, Jesús habla claramente, que los diablos vuelven, siempre. También al final de la vida, Jesús nos da el ejemplo de esto. Y para custodiar, para vigilar, para que no entren los demonios, es necesario saber recogerse, es decir, entrar en silencio ante sí mismos y ante Dios, y al final de la jornada preguntarse:
  • ¿Qué cosa ha sucedido hoy en mi corazón?
  • ¿Ha entrado alguien que no conozco?
  • ¿La llave está en su lugar?’.
Y esto nos ayudará a defendernos de tantas maldades, incluso de las que nosotros podemos hacer, si entran estos demonios, que son muy astutos, y al final nos estafan a todos.

viernes, 14 de octubre de 2016

LA FELICIDAD DE LOS QUE CUMPLEN LA LEY DEL SEÑOR (Salmo 119)


Felices los que van por un camino intachable,
los que siguen la ley del Señor,
Felices los que cumplen sus prescripciones
y lo buscan de todo corazón,
los que van por sus caminos,
sin hacer ningún mal.
Tú promulgaste tus mandamientos
para que se cumplieran íntegramente.
¡Ojalá yo me mantenga firme
en la observancia de tus preceptos!
Así no sentiré vergüenza,
al considerar tus mandamientos.
Te alabaré con un corazón recto,
cuando aprenda tus justas decisiones.
Quiero cumplir fielmente tus preceptos:
no me abandones del todo. 




jueves, 13 de octubre de 2016

EL AMOR VERDADERO (Reflexiones)


Un hombre de edad avanzada vino a la clínica donde yo trabajo para hacerse curar una herida en la mano.

Tenía bastante prisa, y mientras se curaba le pregunté qué era eso tan urgente que tenía que hacer. Me dijo que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí.

Me contó que llevaba algún tiempo en ese lugar y que tenía un Alzheimer muy avanzado. Mientras acababa de vendar la herida, le pregunté si ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana.

No, me dijo. Ella ya no sabe quién soy. Hace ya casi cinco años que no me reconoce.

Entonces le pregunté extrañado:
Y si ya no sabe quién es usted, ¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas? Me sonrió y dándome una palmadita en la mano me dijo: "Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella". 

Tuve que contenerme las lágrimas mientras salía y pensé:
"El verdadero amor no se reduce a lo físico ni a lo romántico. El verdadero amor es la aceptación de todo lo que el otro es, de lo que ha sido, de lo que será y de lo que ya no es.



miércoles, 12 de octubre de 2016

¡Dios transforma tu vida! En la Adoración Eucarística


Encontrar tiempo para hacer Adoración Eucarística puede ser difícil, pero, si lo consigues, ¡podrás percibir resultados sorprendentes!
“Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: Tomen, esto es mi Cuerpo. Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos” (Marcos 14,22-24)
El tiempo que dedicas a la Adoración puede sorprenderte de muchas maneras. Por ejemplo:

1. Puedes desarrollar un sentimiento de admiración y maravilla

¡No hay nada como la atmósfera de una capilla o iglesia tranquila! El olor del incienso y el esplendor del ostensorio ayudan a comprender la verdad de lo que está sucediendo en la Adoración. ¡Estamos realmente ante Jesucristo! Su Cuerpo, Su Sangre, Su Alma, Su Divinidad.
Cuanto más te quedas en silencio ante la Hostia Santa, más comprendes que la única respuesta a la grandeza de Dios es la maravilla, la admiración y el amor.

2. Experimentas la paz en otras áreas de tu vida

Jesús dijo: “Mi paz les dejo, mi paz les doy” (Jn 14,27). La paz exterior que podemos experimentar en la Adoración (la quietud y el silencio) van mucho más al fondo y nos llevan a una paz interior que abraza todas las áreas de nuestra vida. Esto no significa que todo será perfecto y sin sufrimiento, pero esa paz nos fortalecerá para enfrentarnos con más firmeza y serenidad a las tempestades de la vida.

3. Empieza a mirar más fuera de ti mismo

Jesús dijo: “Como yo les amé, ámense también ustedes unos a otros” (Jn 13, 34). La Adoración nos conecta al prójimo y al mundo – al final, ¡estamos dedicando tiempo al Creador de todo lo que existe! Más tiempo para alabar y adorar a Dios significa más tiempo para ir más allá de nuestras propias preocupaciones y para atender las necesidades de los demás y del mundo en que vivimos.

4. A veces, es pesado …

Habrá momentos en que la Adoración parecerá “insulsa”, “árida”… Te distraerás, tu mente empezará a divagar… La Adoración regular puede estabilizarse y dejar de parecer especial, pero eso no quita valor ni disminuye la verdad de la Adoración.
Nuestra fe es mucho más que los sentimientos, y Dios continuará trabajando en ti aunque sientas o pases por momentos más “secos”. Aunque tu mente divague, estás dando a Dios lo mejor que puedes: ¡tu tiempo, tu compromiso y tu compañía!

5. ¡Te emocionas en la Adoración!

Cuanto más tiempo dedicas a adorar a Dios, más descubres que Él te ama y quiere pasar tiempo contigo. ¡Y más empiezas a querer realmente vivir ese tiempo con Él! Si la Adoración antes parecía rutina, ¡en poco tiempo percibes que deseas hacerla! Como decimos en la misa, “es justo y necesario” dar gracias al Señor.
La Adoración a Dios está inscrita en nuestro corazón, y “nuestro corazón está inquieto hasta que no descansa en él” (San Agustín).

6. La gracia entra en tu vida

Es increíble como un simple acto de compromiso con Dios, aunque sea un corto periodo de Adoración, haga la diferencia para el resto de tu vida. Puedes tener la certeza de seguir en su presencia aunque hayas salido de la iglesia o capilla. La gracia te poya en todos los momentos, especialmente en los de tentación. Es más fácil resistir a la tentación cuando se dedica más tiempo a la Adoración.

7. Te das cuenta de lo afortunado que eres

Hay personas que quisieran pasar más tiempo con Jesús en Adoración, pero no pueden porque están enfermos o tienen mil tareas necesarias en el día a día. Hay personas, en muchas regiones del mundo, que arriesgan la vida por la Eucaristía y son perseguidas por causa de la fe.
¡Hay personas que enfrentan situaciones extremamente peligrosas para estar con Jesús! Y tú tienes el regalo de poder adorarlo abiertamente, ¡sin hablar de lo que significa tener un sacerdote para administrar los sacramentos!

8. ¡Comprendes que Dios tiene sentido del humor!

Cuanto más dejas que Dios te hable, en vez de gastar todo tu tiempo hablándole, ¡más notas que Dios tiene un gran sentido del humor! ¡Hay incluso momentos en que quisieras reir en voz alta! Quizás parezca sorprendente, pero los mejores padres ¿no demuestran su amor con buen humor?

9. Vas a querer confesarte más veces

Puede parecer intimidador, pero no lo es. ¡La confesión nos permite experimentar el océano ilimitado de la misericordia de Dios! Su misericordia engulle todos nuestros pecados y nos da una libertad real, una libertad sin miedo, que nos permite entrar en su Amor y en su Bondad! La confesión fortalece la conciencia de que estamos en los brazos de un Padre que nos ama mucho y que “nunca se cansa de perdonar” (Papa Francisco).

10. ¡Te apasionas!

Cuando dedicas tiempo de corazón abierto a adorar a Dios y permitir que Cristo te muestre Su Amor, ¡también te apasionas! ¡Y su amor te revela a ti mismo y permite que seas tu mismo! “Yo he venido para que todos tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10).
Entonces, ¿qué estás esperando? Dedica un tiempo a la Adoración Eucarística, ¡y deja a Dios transformar tu vida!


martes, 11 de octubre de 2016

EL SEÑOR ES MI PASTOR NADA ME FALTA (Salmo 23)


El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
Él me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.


lunes, 10 de octubre de 2016

NO TENGO NADA PARA DARTE... (Reflexiones)


Se dice que, cuando los pastores se alejaron y la quietud volvió, el niño del pesebre levantó la cabeza y miró la puerta entreabierta. Un muchacho joven, tímido, estaba allí, temblando y temeroso.

-Acércate le dijo Jesús ¿Por qué tienes miedo?

-No me atrevo... no tengo nada para darte.

-Me gustaría que me des un regalo dijo el recién nacido.

El pequeño intruso enrojeció de vergüenza y balbuceó:
-De verdad no tengo nada... nada es mío, si tuviera algo, algo mío, te lo daría...

-mira..
Y buscando en los bolsillos de su pantalón andrajoso, sacó una hoja de cuchillo herrumbrada que había encontrado.
-Es todo lo que tengo, si la quieres, te la doy...

-No -contestó Jesús- guárdala. Querría que me dieras otra cosa. Me gustaría que me hicieras tres regalos.

-Con gusto dijo el muchacho pero... ¿qué?
-Ofréceme el último de tus dibujos.

El chico, cohibido, enrojeció. Se acercó al pesebre y, para impedir que María y José lo oyeran, murmuró algo al oído del Niño Jesús:
-No puedo... mi dibujo es horrible... ¡nadie quiere mirarlo... !
Justamente, por eso lo quiero... siempre tienes que ofrecerme lo que los demás rechazan y lo que no les gusta de ti. Además quisiera que me dieras tu plato.

-Pero... ¡lo rompí esta mañana! tartamudeó el chico.
-Por eso lo quiero... Debes ofrecerme siempre lo que está quebrado en tu vida, yo quiero arreglarlo... Y ahora insistió Jesús repíteme la respuesta que le diste a tus padres cuando te preguntaron como habías roto el plato.

El rostro del muchacho se ensombreció, bajó la cabeza avergonzado y, tristemente, murmuró:

-Les mentí... Dije que el plato se me cayó de las manos, pero no era cierto... ¡estaba enojado y lo tiré con rabia!
Eso es lo que quería oírte decir dijo Jesús, dame siempre lo que hay de malo en tu vida, tus mentiras, tus calumnias, tus cobardías, tus crueldades.

Yo voy a descargarte de ellas... No tienes necesidad de guardarlas...

Quiero que seas feliz y siempre voy a perdonarte tus faltas.

A partir de hoy me gustaría que vinieras todos los días a mi casa.



viernes, 7 de octubre de 2016

ORAS ES AMAR


La oración abre nuestro ser a la acción de Dios, con ella le permitimos obrar a Dios en nosotros. Dios quiere darnos un corazón generoso, bondadoso, pero si una persona se obsesiona con un dios falso, como el dios dinero, el dinero le da órdenes y él escucha esos mandatos y así endurece su alma, pierde la oportunidad de que Dios reforme su corazón. Detrás de cada ídolo está la burla del demonio.
Dios quiere hacer una obra bella en nosotros pero nos parece que “cobra” demasiado, entonces Esa persona hace de su vida una pequeñez, y no la imagen de Dios: eso es lo que quiere el demonio, es el ataque de satanás hacia el Creador.
Sin oración estamos en situación de riesgo y, además, seremos una caricatura de lo que Dios no quiere para cada uno de nosotros.
Si pierdes el contacto con el Dios vivo, los ídolos perversos se adueñan de tu corazón. Hay que ver que el ataque de satanás ¡es diario! Por eso hay que orar a diario.
El pecado se puede vencer, pero si leemos la Biblia y no recibimos medios de formación, (1ra carta de Juan)

Hay que hacer oración porque necesitamos el auxilio del Espíritu Santo. Él hace su obra en nosotros. Cuando nos cautiva, el amor es el que mueve la vida como los pies mueven el cuerpo, dice Santa Catalina de Siena.
Dios es tan bueno que nos va dando gusto por lo que a Él le gusta, y disgusto, por lo que a Él le disgusta. San Pablo nos dice: “No entristezcan al Espíritu Santo”. El Espíritu de Dios va transformando todo en nosotros: la manera de mirar, la manera de obrar, entonces nos disgusta esa canción pornofónica. Nada nos ayuda tanto como la invocación frecuente del Espíritu de Dios.
  
Dios quiere que la oración sea un principio de solución a nuestros problemas. La oración es para los tiempos difíciles y para la vida ordinaria.
La oración que yo aprendo de otros es la oración vocal. Así es como aprendemos a hablar de niños, repitiendo. Aprender a orar y repetir es un ejercicio; orar es dialogar, es escuchar al Señor y hablarle. Así permitimos que Él obre en nosotros.

¿Qué hacer para orar con frecuencia? Darle un espacio a Dios y leer la Sagrada Escritura, pero hacer una lectura orante. Desde mediados del siglo III algunos se preguntaron qué hacer para orar sin cesar. Acudieron a los Salmos y los distribuyeron para irlos rezando a lo largo de la semana. Eso supone leer cerca de 20 Salmos en un día. Los Salmos distribuidos en cuatro semanas, con ciertos recortes, se llaman Salterio. Ayuda También ofrecerle el día a Dios y rezar en la mañana y en la tarde, y poco a poco se alcanza rezar sin cesar. Cuando oramos hablamos a Alguien, le abrimos el alma, y podemos hablarle todo el día y toda la noche

(Nelson Medina).