Rezar de rodillas
no es un símbolo de esclavitud ni indigencia sino una manera de
reconocer los propios límites y la necesidad de Dios.
Ponerse de
rodillas para rezar, hacer oración es buscar una íntima relación profunda entre
el que se humilla y el que se humilló por nosotros.
"Después se
alejó de ellos, más o menos a la distancia de un tiro de piedra, y puesto de
rodillas, oraba: "Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no
se haga mi voluntad, sino la tuya". (Lucas 22,41-42)-
Si el mismísimo JESUCRISTO,
Dios hecho hombre, se arrodilló y se humilló para orar ¿por qué no hacerlo
nosotros que somos simples mortales llenos de pecado?
San Pablo Apóstol,
nos enseña que solo al Nombre de Jesús, toda rodilla debe doblarse:
"Por eso,
Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al
nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los
abismos" (Filipenses 2,9-11).
El hombre siempre ha buscado a Dios en la oración
Los hombres de
todas las épocas, desde la era digital hasta las cavernas, han buscado
a Dios en la oración para dar sentido a sus vidas.
El hombre lleva en
sí una sed de infinito, una nostalgia de eternidad, una búsqueda de belleza, un
deseo de amor, una necesidad de luz, que lo empuja hacia lo Absoluto; el hombre
lleva en sí mismo el deseo de Dios.
Así nos narra el
episodio en el Libro de Daniel, quien buscaba una relación con Dios mucho más
profunda y al mismo tiempo humillándose ante Él:
"Cuando
Daniel supo que el documento había sido firmado, entró en su casa. Esta tenía
en el piso superior unas ventanas que se abrían en dirección a Jerusalén, y
tres veces por día, él se ponía de rodillas, invocando y alabando a su
Dios, como lo había hecho antes" (Daniel 6,11)
Y uno de los
grandes profetas del Antiguo Testamento nos afirma:
"Vuélvanse a
mí, y serán salvados, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios, y no
hay otro. Lo he jurado por mí mismo, de mi boca ha salido la justicia, una
palabra irrevocable: Ante mí se doblará toda rodilla, toda lengua
jurará por mí" (Isaías 45,22-23)
¿Cómo definimos la oración?
La oración, antes
que una práctica o fórmula, es una postura interior, antes un acto de culto o
unas palabras, es un modo de ser ante Dios... Rezar significa sentir el
sentido del mundo fuera del mundo.
En la experiencia
de la oración, la criatura humana expresa toda su conciencia de sí mismo y a la
vez dirige toda su persona hacia el Ser delante el cual se está. La oración,
que es apertura y elevación del corazón de Dios, se convierte en relación personal
con el Señor. (Papa emérito Benedicto XVI, audiencia general de 11 de Mayo
de 2011)
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