jueves, 9 de febrero de 2017

QUE RESPLANDEZCA TU ROSTRO, SEÑOR, Y NOS SALVARÁS (SALMO 79)

Escucha, Pastor de Israel,
tú que guías a José como a un rebaño;
tú que tienes el trono sobre los querubines,   
resplandece ante Efraím, Benjamín y Manasés;
reafirma tu poder y ven a salvarnos.
¡Restáuranos, Señor de los ejércitos,
que brille tu rostro y seremos salvados!
Señor de los ejércitos,
¿hasta cuándo durará tu enojo,
a pesar de las súplicas de tu pueblo?
Les diste de comer un pan de lágrimas,
les hiciste beber lágrimas a raudales;
nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos,
y nuestros enemigos se burlan de nosotros.
¡Restáuranos, Señor de los ejércitos,
que brille tu rostro y seremos salvados! 


Tú sacaste de Egipto una vid,
expulsaste a los paganos y la plantaste;
le preparaste el terreno, echó raíces
y llenó toda la región.
Las montañas se cubrieron con su sombra,
y los cedros más altos con sus ramas;
extendió sus sarmientos hasta el mar
y sus retoños hasta el Río.
¿Por qué has derribado sus cercos
para que puedan saquearla
todos los que pasan?
Los jabalíes del bosque la devastan
y se la comen los animales del campo. 


Vuélvete, Señor de los ejércitos,
observa desde el cielo y mira:
ven a visitar tu vid, 
la cepa que plantó tu mano,
el retoño que tú hiciste vigoroso.
¡Que perezcan ante el furor de tu mirada
los que le prendieron fuego y la talaron!
Que tu mano sostenga al que está a tu derecha,
al hombre que tú fortaleciste,
y nunca nos apartaremos de ti:
devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre.
¡Restáuranos, Señor de los ejércitos,
que brille tu rostro y seremos salvados!

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