martes, 23 de agosto de 2016

DIOS RESPONDE TUS PREGUNTAS....



¿TU ME PREGUNTAS “POR QUÉ”?

¿Por qué el dolor y el sufrimiento de tu corazón?
¿Por qué los sueños que no se cumplen y las esperas sin sentido?
¿Por qué los tiempos que parecen eternos y tus deseos no son los míos?
¿Por qué las heridas del corazón y las tormentas que no cesan?
¿Por qué hay sin respuestas y de tantos silencios que son mi mejor respuesta?
¿Por qué elijo el silencio y la distancia aparente?
¿Por qué las tantas noches oscuras y parece que estoy como ausente?
¿Por qué parezco no escucharte y solo el sin sentido te rodea?
¿Por qué tantos “Por qué” amada mía, si tú eres mi preferida?
Te miro con dulzura sin medida
Y mis oídos atentos escuchan tus lamentos
Más te abrazo con ternura,
tratando de llevarme tus quebrantos
y encender mi luz en tus noches oscuras.

HIJA MIA......

Hoy no entiendes mis silencios,
más mañana sabrás que siempre estuve, tomando tu corazón entre mis manos,
evitando nuevamente otra herida.
Me miras y te abrazo con locura, pues despiertas con tus plegarias
mis entrañas más profundas…
No te abandono pequeña mía, más te cuido de nuevas heridas.
Yo más que nadie deseo seas feliz y no verte llorar
por sinsabores en esta vida.
¿Por qué dudas de mis cuidados, si atento estoy a tus pedidos?
Leo con sutileza tus deseos y cumplo aquellos que te harán bien,

Tantos por qué me hacen amarte más y más cada día,
deseando desde mi Corazón ardiente que comprendas que nada te prohíbo…
más cuando tus sueños no se cumplen y tu corazón llora por deseos no cumplidos…
Tomo tu alma entre mis Manos y la preservo de todo dolor
que hiera más tu alma, que a veces está dormida.

Sigue soñando, pequeña mía, y no dudes de mi amor por ti, que es abrigo
Que cuando tus anhelos no se realizan, es porque guardo para ti…
Otros sueños, otros anhelos y deseo pintar contigo en tu Cielo de esperanzas,
nuevos anhelos y deseos que sean tus caminos y los míos.

Descansa así, pequeña mía entre mis brazos sueña…
que pronto haré que pase toda tormenta y vuelva a brillar el sol de la alegría.

Autor: Padre Guillermo Serra, L.C

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