viernes, 26 de agosto de 2016

3 PASOS PARA SUPERAR EL DESANIMO


1.- La oración

La oración es el respiro de la vida espiritual. Si no estamos orando, nos estamos sofocando espiritualmente poco a poco. Por supuesto, cuando enfrentamos dificultades o desánimos, a menudo la última cosa que queremos hacer es orar. ¿Y qué? Llénate de coraje y supera tus sentimientos de desagrado por la oración, y simplemente ¡hazlo!
En lugar de quejarte con tu familia y amigos, vuelca tu corazón a Dios. Te aseguro que puedes manejarlo. Él es un Padre amoroso, y desea ayudarte en tu aflicción. Haz una hora santa ante el Santísimo Sacramento, permítele a Jesús que te sane y te fortalezca. Lee los Salmos sobre lamentaciones, como los Salmos 12, 44, 60 o 72 (éstos números corresponden a la nueva numeración).
Ora junto con el rosario. Nuestra Señora es llamada Estrella del Mar, Consuelo de los Afligidos, Refugio de los Pecadores, Esperanza Nuestra. Ella te consolará mejor de lo que cualquier madre lo haría y te enviará las gracias que necesitas para perseverar.

2.- Medita en la Pasión del Señor

Puede que parezca paradójico, pero la cosa más saludable que puedes hacer cuando de sientas desanimado es meditar en la pasión y muerte de Jesús.:

Muy sencillo, mira fijamente un crucifijo y piensa en el amor de Jesús.
En el crucifijo, se nos recuerda que “Dios amó tanto al mundo, que entregó a su propio Hijo”. Se nos recuerda que Jesús sufrió todo lo que nosotros jamás sufriremos o podríamos sufrir, pero infinitamente y más intensamente. Él sufrió la amargura emocional de la traición y el abandono de sus amigos más cercanos, la agonía física de la tortura brutal, la pena de ver a su queridísima madre sufriendo con Él. Y sufrió esas cosas por amor a ti, por tu redención y el precio fue Su Preciosísima Sangre. “Por sus heridas somos sanados”.
A medida de que la realidad de la pasión cala en las profundidades de nuestras almas, seremos llamados a ver nuestros problemas en su perspectiva propia y luego a unificarlos a los sufrimientos de Jesús.

3.- Da gracias siempre

El mejor antídoto para el pesimismo es la alabanza. La verdad es que nos sentimos abrumados con tantos buenos regalos de parte de Dios, nos estamos ahogando en un mar de beneficios que apenas reconocemos. Realmente sólo apreciamos las cosas hasta que ya no las tenemos; agradecemos por tener dos piernas hasta que nos hemos quebrado una.
Si sientes que todo está mal en tu vida, haz un inventario de las muchas cosas que están bien. Nombra al menos cinco cosas por las cuales estás agradecido. Si lo haces, te darás cuenta rápidamente de que podrías no detenerte nombrando bendiciones ya que simplemente son demasiadas. Las buenas cosas en la vida son sutiles, más sigilosas que las malas cosas, pero superan en número a las últimas infinitamente.

San Juan de la Cruz dijo

“Cuando cualquier cosa desagradable te suceda, recuerda a Cristo Crucificado y guarda silencio”.





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