viernes, 26 de mayo de 2017

EL HACE OIR SU VOZ PODEROSA. (Salmo 67)

¡Bendito sea el Señor, el Dios de nuestra salvación!
Él carga con nosotros día tras día; Pausa
él es el Dios que nos salva
y nos hace escapar de la muerte.
Sí, Dios aplastará la cabeza de sus enemigos,
el cráneo de los que se obstinan en sus delitos.
Dice el Señor: "Los traeré de Basan,
los traeré desde los abismos del mar,
para que hundas tus pies en la sangre del enemigo
y la lengua de tus perros también tenga su parte". 


Ya apareció tu cortejo, Señor,
el cortejo de mi Rey y mi Dios hacia el Santuario:
los cantores van al frente, los músicos, detrás;
las jóvenes, en medio, van tocando el tamboril.
¡Bendigan al Señor en medio de la asamblea!
¡Bendigan al Señor desde la fuente de Israel!
Allí Benjamín, el más pequeño, abre la marcha
con los príncipes de Judá, vestidos de brocado,
con los príncipes de Zabulón
y los príncipes de Neftalí. 

Tu Dios ha desplegado tu poder:
¡sé fuerte, Dios, tú que has actuado por nosotros!
A causa de tu Templo, que está en Jerusalén,
los reyes te presentarán tributo.
Reprime a la Fiera de los juncos,
al tropel de los toros y terneros:
que esos pueblos se rindan a tus pies,
trayendo lingotes de oro.
El Señor dispersó a los pueblos guerreros;
telas preciosas llegan de Egipto
y Etiopía, con sus propias manos,
presenta sus dones a Dios. 

¡Canten al Señor, reinos de la tierra,
entonen un himno al Señor, Pausa
al que cabalga por el cielo,
por el cielo antiquísimo!
Él hace oír su voz poderosa,
¡reconozcan el poder del Señor!
Su majestad brilla sobre Israel
y su poder, sobre las nubes.
Tú eres temible, Señor, desde tus santuarios.
El Dios de Israel concede a su pueblo
el poder y la fuerza.
¡Bendito sea Dios!


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