Ante
la tentación… ¡Huye! 12 Estrategias para salir bien parado en esos momentos de
lucha
Todos nosotros, los seres humanos, venimos con un
dos softwares instalados en el corazón; uno dice así: «…pondré mi
ley dentro de ellos, y la escribiré en sus corazones: Yo seré su Dios y ellos
serán mi pueblo» (Jeremías 31, 33b). Y otro que dice así: «Cada uno es
tentado por sus propias concupiscencias (inclinación natural al pecado, deseo
por aquello que satisface el cuerpo), que lo arrastra y seduce» (Santiago 1,
14).
Es decir, pareciera ser que venimos programados para
hacer las cosas según la voluntad de Dios, que obviamente es lo mejor para
nosotros, pero al mismo tiempo hay en nosotros un deseo y una
fragilidad que nos hacen proclives a ser tentados. Es muy
importante la diferenciación entre tentación y pecado. La tentación no
es pecado. La tentación es anterior al pecado. El pecado es el
consentimiento de la tentación. Todo pecado va precedido de una tentación, pero
no toda tentación termina en pecado.
Aquí es donde nos queremos detener, pues las
tentaciones son algo muy propio de los seres humanos y es buena idea tener
algunas herramientas para dar la pelea, pues no es cosa fácil escapar y salir
ileso. Y si quieres saber cómo es que actúa en nosotros, te invitamos a revisar
este post
para aclarar todas tus dudas.
Nos dice el libro de Eclesiástico comenzando el capítulo 2 que «si te acercas a
servir al Señor» (otras traducciones dicen «si te dedicas a la vida
espiritual»), prepárate para las tentaciones.
De San Antonio Abad se narra que en una visión
contempló que para todo un barrio solamente había un demonio tratando de hacer
pecar a la gente, mientras que para una persona espiritual estaban siete
demonios atacándola. Y preguntado el por qué, le respondieron: «Es que entre
mundanos se invitan a pecar los unos a los otros, en cambio para las personas
espirituales sí se necesitan espíritus infernales para hacerlas pecar».
Siendo así la cosa, aquí te dejamos algunas ideas para que cuando venga
la tentación, sigas de pie:
1-Examina
y pregúntate: ¿Será o no una tentación?
No siempre es fácil discernir qué cosa es una tentación qué
no lo es.
Algunas veces nada parece tentación y todo pasa como un
deseo natural muy bien aceptado. Muchas veces encontramos justificación
espiritual en lo que sentimos y finalmente no tiene nada de espiritual. El otro extremo es ver todo como tentación. Cualquier
cosa hace dudar y cuestionarse si viene de Dios o de la carne.
"La tentación, ¿de dónde viene?, ¿cómo actúa dentro de
nosotros? El apóstol nos dice que no viene de Dios, sino de nuestras pasiones,
de nuestras debilidades interiores, de las heridas que ha dejado en nosotros el
pecado original: las tentaciones vienen de allí, de estas pasiones. Es curioso,
la tentación tiene tres características: crece, contagia y se justifica"
(Papa Francisco).
2-No
dialogar con ella
Si te das cuenta que estás siendo tentando, no comiences la
negociación, porque terminarás acomodando todo para que calce perfecto y cuando
menos te des cuenta, en vez de conversación estarás metido hasta el cuello en
un pecado. Con la tentación se lucha y se evita, no se conversa.
3-Mantente
ocupado
Es sencillo, si te sobra tiempo es mucho más probable que
la concupiscencia haga de las suyas en tu vida. Tenemos una inclinación natural
a satisfacer nuestra carne, buscar el placer y hacer aquello que, sintiéndose
como bien, no es para nada bueno. Mantente ocupado. En ese sentido, hacer
apostolado es una excelente forma de usar tu tiempo y tus dones. Busca un
apostolado.
4-Acude
a tú mamá que es la realmente te cuida
La Virgen María es aquella que nunca cayó en tentación y pisó la cabeza de la serpiente. No es un
ángel ni un Dios, es un ser humano como nosotros, con fragilidades y
tentaciones, pero supo como mantener una vida en la gracia de Dios y
sobreponerse a todas las tentaciones. Mantente cerca de ella, su intercesión
es una fuerte arma contra la tentación, pues somos sus hijos y quiere lo
mejor para nosotros.
5-No
dudes sobre quién eres realmente
Cuando Jesús fue tentado, el demonio quería hacerlo dudar
sobre quién realmente era diciéndole: "Si realmente eres el Hijo de
Dios" has esto o aquello. ¿Cuántas veces te has
cuestionado tu valor, tu carácter, tus capacidades y has querido demostrarte a
ti mismo y a los demás que eres alguien haciendo algo que no debías hacer?
Conócete a ti mismo y no dudes de eso.
6-Ten
una vida de oración
"Velen y oren para que no caigan en tentación"
(Mateo 26, 41).
Esas palabras de Jesús hacen eco en nuestros corazones cada
vez que estamos sometidos a la tentación y la mayoría de las veces en que
caemos en ella y cometemos un pecado nos podríamos preguntar ¿Velamos y nos
mantuvimos en oración? Seguramente no lo hicimos, justamente por eso terminamos
por el suelo. ¡Ánimo! a mantenernos atentos y orar.
7-Ten
armas espirituales
Los sacramentos vendrían a ser algo así como armas
nucleares al momento de enfrentarse a la tentación, sobre todo la Eucaristía y
la Confesión. Si te pones ropa limpia, seguro querrás que dure en ese estado la
mayor parte del día sobre todo si vas bien vestido y te ves muy bien. En cambio
si sales de casa con lo primero que encontraste que no combina, que está sucio
y huele feo, no te molestará ensuciarte aun más. Mantente limpio, pues así
cuidarás mejor de ti y la gracia de Dios en los sacramentos te ayudará.
"Revístete de las armas de Dios par que puedas
resistir las asechanzas del Diablo" (Efesios 6, 11).
8-Ejercita
tus virtudes
El Catecismo (CEC 1805-09) nos enseña que existen cuatro
virtudes cardinales y estaría fantástico que además de conocerlas y pedirlas a
Dios, las ejercites a diario, pues mientras más fuertes estén estás virtudes en
ti, menos sucumbirás ante la tentación:
- Prudencia,
ayuda a discernir el bien y elegir los medios para realizarlo.
- Justicia, es
la constante y firme voluntad de dar al prójimo y a Dios lo que es debido.
- Fortaleza,
asegura la firmeza y la constancia en el bien y ayuda a resistir las
tentaciones y superar obstáculos.
- Templanza,
modera la atracción hacia los placeres y el dominio de la propia voluntad.
9-Entrena
tu voluntad
Tu voluntad es como un músculo y debes entrenarlo. Si ya no
te queda espacio ni para una miga de pan después del almuerzo, pero no eres
capaz de decir "no gracias" cuando te ofrecen más comida, entonces
estarás en problemas cuando la tentación no sea un plato extra, sino algo más
grande.
Comienza por cosas pequeñas como el ayuno de algunas comidas
y puedes seguir con cosas un poco más grandes como el "Minuto heroico".
10-Pide
no caer en tentación
Jesús nos enseño que debemos pedir a Dios Padre que no nos
deje caer en tentación y nos libre del mal.
Le pedimos a Dios que no nos deje tomar el camino que nos
lleva al pecado.
"Ninguno, al ser tentado diga: Es Dios quien me está
tentando; pues Dios no puede se tentado por el mal ni tampoco él tienta a
nadie" (Santiago 1, 13).
Dios juega en nuestro equipo, nunca va
a poner el pie para hacernos tropezar y caer, el quiere darnos la mano cuando
estamos trastabillando y evitar la caída. Pide su ayuda.
11-Sé
astuto, esquiva el riesgo
Seguro logras identificar algunas situaciones que te
vuelven vulnerable a las tentaciones, es sencillo: ¡Evítalas! ¿Para que te vas
a meter ahí si sabes que vas a salir mal parado? Es mejor estar siempre atento
a lo que se viene y si te das cuenta que no te darán las fuerzas, no te
expongas a tener que luchar contra la tentación, simplemente evítala.
12-Huye
por tu vida
Si ya te diste cuenta que estás frente a una tentación
inminente y conociendo tus fuerzas sabes que la cosa se viene difícil, entonces
el mejor y más efectivo de los consejos que puedo darte es: ¡Huye por tu vida!
por tu vida espiritual, por tu vida eterna, por tu vida cotidiana.
Y te lo voy a argumentar bíblicamente:
José, frente a una oferta sexual inminente pero incorrecta:
"Mas él, dejando el manto entre sus manos, salió afuera y huyó" (Génesis
39, 12b).
La juventud nos juega malas pasadas: "Huye de los
impulsos apasionados de la juventud y procura practicar la justicia, la fe, el
amor, la paz con los que invocan al Señor con sincero corazón" (2
Timoteo 2, 22).
Huye, porque muerde:"Huye del pecado como de una
serpiente, porque si te acercas te morderá" (Eclesiástico 21, 2a).