“Bendeciré
en todo tiempo a Dios,
sin cesar
en mi boca su alabanza;
Ensalzad
conmigo a Dios,
exaltemos
juntos su nombre.
Consulté
a Dios y me respondió:
me libró
de todos mis temores.
Si grita
el pobre, Dios lo escucha,
y lo
salva de todas sus angustias.
El ángel
de Dios pone su tienda
en torno
a sus adeptos y los libra.
Gustad y
ved lo bueno que es Dios ,
dichoso
el hombre que se acoge a él.
Respetad
a Dios, santos suyos,
que a
quienes le temen nada les falta.
Los ricos
empobrecen y pasan hambre,
los que buscan
a Dios de ningún bien carecen.
Huye del
mal y obra el bien,
busca la
paz y anda tras ella.
Los ojos
de Dios sobre los justos,
sus oídos
escuchan sus gritos.
Cuando
gritan, Dios los oye
y los
libra de sus angustias;
Dios está
cerca de los desanimados,
él salva
a los espíritus hundidos.
Muchas
son las desgracias del justo,
pero de
todas le libra Dios”.
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