Los que confían en el Señor
son como el monte Sión,
que permanece inconmovible para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas:
así rodea el Señor a su pueblo,
desde ahora y para siempre.
No permanecerá el cetro de los malvados
sobre la herencia de los justos;
no sea que también los justos
inclinen sus manos a la maldad.
Colma de bienes, Señor, a los buenos
y a los rectos de corazón.
¡Que el Señor haga ir con los malvados
a los que se desvían por caminos tortuosos!
¡Paz a Israel!
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