Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste
y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí.
Señor, Dios mío, clamé a ti y tú me sanaste.
Tú, Señor, me levantaste del Abismo
y me hiciste revivir, cuando estaba entre los que bajan al sepulcro.
Canten al Señor, sus fieles;den gracias a su santo Nombre,porque su enojo dura un instante, y su bondad, toda la vida: si por la noche se derraman lágrimas, por la mañana renace la alegría.
Yo pensaba muy confiado:"Nada me hará vacilar".
Pero eras tú, Señor, con tu gracia, el que me afirmaba sobre fuertes montañas, y apenas ocultaste tu rostro,quedé conturbado. Entonces te invoqué, Señor, e imploré tu bondad: "¿Qué se ganará con mi muerte o con que yo baje al sepulcro?
¿Acaso el polvo te alabará o proclamará tu fidelidad?
Escucha, Señor, ten piedad de mí; ven a ayudarme, Señor". Tú convertiste mi lamento en júbilo,
me quitaste el luto y me vestiste de fiesta,
para que mi corazón te cante sin cesar.
¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente!
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