Una vez, le pregunté a mi
Director Espiritual:
- ¿Por qué existen personas que
salen fácilmente de los problemas más complejos, mientras que otras sufren por
problemas muy pequeños, muriendo ahogadas en un vaso de agua?
Él simplemente sonrió y me contó
la siguiente historia…
Una persona vivió amorosamente
toda su vida. Cuando murió, todo el mundo dijo que se iría al cielo. Un hombre
bondadoso como él solamente podría ir al Paraíso.
El Ángel encargado de las
admisiones que lo recibió en el Cielo comprobó las fichas que tenía sobre el
mostrador y como no vio el nombre de él en la lista, le orientó para ir al
Infierno.
- Mire, lamento decirle que no ha
sido admitido en el Cielo, por lo que tendrá que ir al Infierno. Ya sabe cómo
es: Nadie exige credencial o invitación, cualquiera que llega es invitado a
entrar.
El sujeto, muy resignado, se
dirigió extrañado hacia el Infierno y una vez allí, comenzó a ambientarse.
Algunos días después, Lucifer
llegó furioso a las puertas del Paraíso para pedirle explicaciones a San Pedro.
- ¡Esto es sabotaje! Nunca
imaginé que fuese capaz de una bajeza semejante. ¡Eso que usted está haciendo
es puro sabotaje!
Sin saber el motivo de tanta
furia, San Pedro preguntó sorprendido que cuál era el problema.
Lucifer, trastornado gritó:
- Usted mandó a ese sujeto al
Infierno y él está haciendo un verdadero desastre allí. Él llegó escuchando a
las personas, mirándolas a los ojos, conversando con ellas. Ahora, está todo el
mundo dialogando, abrazándose, besándose. ¡El Infierno está insoportable,
parece el Paraíso!
Y entonces hizo un pedido.
- Pedro, por favor, ¡agarre a ese
sujeto y tráigalo para acá!
Cuando mi Director Espiritual
terminó de contarme esta historia, me miró cariñosamente y dijo:
- Vive con tanto amor en el
corazón, que si por error fueses a parar al Infierno, el propio demonio te
lleve de vuelta al Paraíso.
Los problemas forman parte de
nuestra vida, pero no dejes que ellos te transformen en una persona amargada.
La crisis siempre sucederá y a veces no tendrás opción de evitarla.
Tu vida está sensacional y de
repente puedes descubrir que un ser querido está enfermo; que la política económica
del país cambió, y que infinitas posibilidades de preocupación aparecen. En las
crisis no puedes elegir, pero puedes elegir la manera de enfrentarlas.
Y al final, cuando los problemas
queden resueltos, más que sentir orgullo por haber encontrado la solución,
tendrás orgullo de ti mismo.
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